domingo, 27 de marzo de 2016

Cultivando poesía (IV)

De nuevo, comparto un trocito de esta alma mía que, de vez en cuando, se deja caer en algunos versos. Espero que os llegue y se haga también vuestro.

No, no vendrán a mí tus manos,
como tampoco vendrá tu frente
a caer sobre mi hombro.

No.

Tampoco vendrán tus labios
a besar este rostro mío
que a todas horas
piensa, nostálgico,
en el tuyo.

Pero a tus ojos
ya vino la luna,
y esa es razón suficiente
para amar, felizmente,
la vida.

domingo, 20 de marzo de 2016

Los tres poetas

(Lencero, Pacheco y Valhondo, de izquierda a derecha)

Pocos conocen el nombre de esos tres poetas que encabezan el Puente de la Autonomía, en Badajoz. Y es que la ciudad extremeña cuenta con una escultura hecha a manos del escultor Luis Martínez Giraldo, quien conoció a uno de ellos, a Jesús Delgado Valhondo (que a propósito, los otros dos poetas son Manuel Pachecho Conejo y Luis Álvarez Lencero).

La obra, inaugurada el 23 de octubre de 2003, pesa un total de 70.000 kilos, ni más ni menos, pesando el libro de pizarra, el vertical, 17.000 kilos, 33.600 kilos el blanco, el de granito y 9.000 kilos el de mármol, el más "pequeño". La contraportada del libro de pizarra -el libro en vertical- reza tres versos, todos en relación al río Guadiana. Los versos son los siguientes:

- "Mi río tiene nombre de mujer y se llama Guadiana" - Pachecho.

- "El Guadiana, con falda siempre llena de cielos" - Valhondo.

- "Sólo tengo un corazón tan grande como el Guadiana" - Lencero.

A continuación algunas fotos del proceso de creación de la escultura:

Manuel Pachecho Conejo:




Jesús Delgado Valhondo:


(Igual que el escultor, Martínez Girlado, Valhondo era cojo)
Luis Álvarez Lencero:





Libro de granito:





Libro de mármol:





Libro de pizarra:








Fundición:







Instalación:









domingo, 13 de marzo de 2016

Dámaso Alonso


Aunque no se la daban mal las matemáticas, Dámaso Alonso y Fernández de las Redondas (Madrid, 1898) dedicaría su vida a las letras. Tal es así que llegó a ser director de la Real Academia Española desde 1968 a 1982.

Nacido en la capital española, donde terminó sus estudios superiores en Derecho y Letras, pasó su infancia en Asturias, en la parroquia de La Felguera. Gracias a los textos de Rubén Darío, Dámaso Alonso descubre su verdadera vocación, publicando Poemas puros a la edad de veintitrés años.

Fue compañero de Federico García Lorca, Manuel Altolaguirre, Rafael Alberti y Luis Cernuda en la Residencia de Estudiantes y alumno del filólogo e historiador Ramón Menéndez Pidal (creador de la Revista de Filología Española, de la que Dámaso Alonso fue director) en el Centro de Estudios Históricos.

Fue también profesor de Lengua y Literatura Española en diversas universidades, tanto españolas (Valencia, Barcelona y Madrid) como extranjeras (Cambridge, Oxford, California, Nueva York, Berlín y Leipzig).

No sería de extrañar que con este historial le nombrasen miembro de otras academias y asociaciones, como la Real Academia de la Historia, la Modern Language Association o la Asociación de Hispanistas (que además preside de 1962 a 1965). De ahí que su principal labor como director de la RAE consistiese en la organización de encuentros con otras academias americanas, con el fin de trabajar en común por la lengua castellana.

En relación a su obra, realizó profundos análisis sobre Luis de Góngora y en 1977 recibió el premio Nobel, como tributo a toda la Generación del 27. Un año después recibiría el Premio Miguel de Cervantes.

Es posible ver el nombre de Alfonso Donado en algunas obras de James Joyce, y es que este fue el seudónimo que nuestro poeta utilizó en las traducciones del autor irlandés.

En 1998, dos años antes de su muerte Dámaso Alonso, por disposición testamentaria, cede a la Real Academia Española su biblioteca particular, la cual contiene cerca de cuarenta mil volúmenes y diversos objetos personales.

(Vista general de la biblioteca, inaugurada en 1998).

Su obra más conocida es, sin lugar a dudas, Hijos de la ira (1944), pero también escribió Hombre y Dios (1955) y Antología de nuestro monstruoso mundo. Duda y amor sobre el Ser Supremo (1985), entre otros. El poema con el que nos despedimos hoy pertenece a Oscura noticia (1944) y lleva por título Vida.


Vida

Entre mis manos cogí
un puñadito de tierra.
Soplaba el viento terrero.
La tierra volvió a la tierra.


Entre tus manos me tienes,

tierra soy.
El viento orea
tus dedos, largos de siglos.


Y el puñadito de arena

-grano a grano, grano a grano-
el gran viento se lo lleva.

domingo, 6 de marzo de 2016

Cultivando poesía (III)

Será que uno, por el hecho de tener su propio blog de poesía, cree que puede compartir sus escritos con total libertad. Y en efecto, así es. (Desde Poesía en un telescopio recordamos que los lectores pueden compartir su poesía enviándola primero a poesiaenuntelescopio@gmail.com).

El poema protagonista de hoy no lleva título. Pero eso nunca fue necesario.

Gracias por estar ahí.


Pasarán los años,
los días,
las horas.
Pasarán volando
tus besos entre las hojas.
Pasarán,
y yo no los veré,
y mi alma, errante,
buscará tu rostro
en cada paso que dé.


Pasarán las horas,

los días,
los años.
Pasarás a mi lado caminando
y cado beso que no te di
se lo daré al viento,
para que lo lleve,
desde lejos,
lo más dentro de ti.

martes, 1 de marzo de 2016

César Vallejo


La de César Vallejo (1892, Santiago de Chuco, Perú) fue una vida llena de idas y venidas, tristeza y preocupaciones.

Fue el menor de once hermanos y un brillantísimo estudiante, y aunque lo suyo fueron las letras, se interesó también por la medicina y la filosofía, llegando incluso a estudiar Derecho. Sentía también profundas inquietudes metafísicas, religiosas y sociales, todas ellas reflejándolas en su poesía.

En 1913 comienza a trabajar como profesor de colegio, mismo año que consigue un gran éxito con su tesis "El Romanticismo en la Poesía Española", llegando esta a ser aplaudida por intelectuales y artistas y publica sus primeros poemas. Gracias a esa pequeña élite que se fija en él, entra en contacto con periódicos y revistas que se los publica allá por el año 1917.

Su primer gran éxito como obra de puño y letra fueron Los heraldos negros (1919, aunque debió haberse publicado un año antes, pero el poeta esperó al prólogo de su compañero y amigo Abraham Valdelomar). A este título le seguiría el de Más de allá de la vida y la muerte, que llevó a concurso el mismo año en que lo escribió (1922) y cuyo premio le permitiría imprimir su segundo poemario: "Trilce".

Parte de esta obra la escribió durante su estancia de cuatro meses en la cárcel, donde estuvo al ser acusado injustamente de provocar un incendio en 1920.

Un año más tarde de esta publicación, en 1923, aparecen Fabla salvaje (una novela corta) y Escalas melografiadas (una colección de estampas y cuentos).

Ya en 1927, y como primeros síntomas de una crisis que alcanzará su culmen este y el posterior año, renuncia a su puesto como secretario en "Los grandes periódicos iberoamericanos" y a su beca del gobierno español.

Otras grandes obras de carácter no poético fueron:

- El Tungsteno (narrativa, Madrid, 1931, novela "proletaria").
- Paco Yunque (narrativa, 1931, lectura obligatoria en Educación Primaria en Perú).
- El vencedor (narrativa, inconclusa).
- Entre las dos orillas corre el río (teatro, 1930, drama).

El poeta pasaría los últimos momentos de su vida sin nadie que le pagase dos mil francos de los antiguos, unos trescientos euros, para salvársela. Y así como Van Gogh murió también sin nadie que reconociese su obra, César Vallejo lo haría con su poesía.

Así, y a los cuarenta y seis años, fallecería uno de los mayores innovadores de la poesía del siglo XX a causa de paludismo (malaria).


Ausente

¡Ausente! La mañana en que me vaya
más lejos de lo lejos, al Misterio,
como siguiendo inevitable raya,
tus pies resbalarán al cementerio.

¡Ausente! La mañana en que a la playa
del mar de sombra y del callado imperio,
como un pájaro lúgubre me vaya
será el blanco panteón tu cautiverio.

Se habrá hecho de noche en tus miradas;
y sufrirás, y tomarás entonces
penitentes blancuras laceradas.

¡Ausente! Y en tus propios sufrimientos
ha de cruzar entre un llorar de bronces
una jauría de remordimientos!

- Los heraldos negros.