martes, 26 de abril de 2016

Silvio Rodríguez


Aprovechando la visita del cantautor cubano a España con motivo de su decimoctavo álbum de estudio Amoríos, hablaremos hoy de tan merecedor, cuanto menos, de una entrada en este blog.

Silvio Rodríguez Domingo (San Antonio de los Baños, Cuba, 1946) es un claro referente en su país. Y no podía ser menos, pues ha formado parte de la Revolución cubana con su poesía y su música y, sobre todo, con sus letras, tan políticamente incorrectas y tan perseguido por ello.

Es, junto a Ernesto Lecuona, el mejor compositor cubano del siglo XX, además del mejor cantautor hispanoamericano de la segunda mitad de siglo, junto a Joan Manuel Serrat, y Artista UNESCO por la Paz desde 1997.

Pero más que hablar de su faceta musical nos centraremos en su poesía, pues de eso trata este blog.

A Silvio Rodríguez le pertenecen seis obras: Canciones del mar (1996), Antología, Volumen 1 (2004), Antología, Volumen 2 (2004), Antología, Volumen 3 (2005), Antología, Volumen 4 (2005) y Silvio Rodríguez / Te doy una canción (2006).

De entre todos sus poemas podríamos resaltar casi cualquiera, tal es la calidad de sus letras. Pero como no es pretensión aburrir, publicaremos uno: Hoy soy lo que siempre he sido, de la década de los setenta, y el cual se puede escuchar hecho canción en este enlace. Podríamos hablar y hablar de su persona sin descanso, pero me remito a la idea antes dicha. Para eso ya está el lector, que ha de ser, además, investigador. Y este blog es de divulgación, no de investigación, aunque esta siempre sea necesaria para lo primero. Sin más, nos despedimos por hoy.

Gracias por estar ahí.


Hoy soy lo que siempre he sido

Hoy soy el que siempre he sido.
Nada le debo a la gloria.
A pesar de las memorias
y a pesar de los olvidos.
Yo vivo muy complacido
de seguir siendo cual fui
(puesto que nada adquirí,
puesto que nada he perdido).
Soy el mismo que yo he sido,
no hay nada fuera de mí.

Puedo decir que hoy jugara
con palos, sombras del monte,
y que buscara al sinsonte
sencillamente a pedradas.
Y puedo decir que alzara
las malanguetas del río
con el mismo hermoso brío
con que jugaba mi suerte
cuando el río era la muerte
en el temor de los míos.

Hoy soy el que siempre he sido.
Nada le debo a la gloria.
A pesar de las memorias
y a pesar de los olvidos.
Yo vivo muy complacido
de seguir siendo cual fui
(puesto que nada adquirí,
puesto que nada he perdido).
Soy el mismo que yo he sido,
no hay nada fuera de mí.

A propósito: mañana, 27 de abril, actúa en Madrid, el 29 en Valencia y el 1 de mayo en Murcia. Espero aún estén a tiempo de ir.

jueves, 21 de abril de 2016

Nicanor Parra


Los poetas no solo se interesan por la poesía o las letras. Al menos no todos. Nicanor Parra, por ejemplo, además de componer obras poéticas se dedicó también a la Física y a las Matemáticas.

Nacido hoy hace ciento y un años (1914) en San Fabián de Alico, Chile, Nicanor Segundo Parra Sandoval es considerado como el creador de la antipoesía, un tipo de poesía caracterizada por un uso coloquial del lenguaje, y de la que quizás hablemos más adelante.

Pertenece a la Familia Parra, conocida familia de artistas y músicos de la cultura chilena, siendo, a día de hoy, el más longevo.

Tiene el honor de ser Premio Nacional de Literatura (1969) y Premio Miguel de Cervantes (2011). Además, su obra ha sido traducida a diversas lenguas, como el inglés, el francés, el portugués, el sueco, el ruso, el checo o, incluso, el finlandés.

Su obra fundamental, Poemas y antipoemas (1954), está compuesta por tres partes: Cantos a lo humano, Poemas y Antipoemas. Pero quizás su obra más interesante sea Artefactos (1972). Y es que esta obra consiste en una caja cuyo interior consta de 230 postales, en las que el poeta escribió textos, eslóganes y bromas de diversos tipos. A continuación algunos de estos objetos postales:







jueves, 14 de abril de 2016

De la poesía a la sonrisa

¿Quién dijo que poesía y risa no podían ser dos caras de una misma moneda? Desde luego, si alguien piensa que esto es así, entonces debería seguir leyendo.

¿Qué me dicen de "A una nariz", de Quevedo? ¡Incluso el propio Cortázar ya daba sus "Instrucciones para reír"!

Resuelta una vez esta pequeña duda, veamos cómo Baudelaire, ese poeta cuyas letras evocaban tanta decadencia -y que Paul Verlaine incluyó en su obra Los poetas malditos (1884)-, puede llegar a sacarnos una sonrisa -a algunos hasta carcajada-:

(Cortesía de https://www.facebook.com/La-Doctrina-del-Meme-799169863445729/?fref=photo).

Sí, toda la entrada ha servido de excusa para publicar esta imagen. Pero ¿y lo bien que sienta?

domingo, 10 de abril de 2016

Autores no reconocidos

Como ya dijimos en la primera entrada, desde Poesía En Un Telescopio pretendemos la divulgación de la poesía, sea cual fuere la manera. Por ello, en la entrada de hoy daremos a conocer un bello poema escrito por Ana P.C.T., a quien un servidor tiene la suerte conocer.

Recordamos también que todo aquel que quiera ver sus letras en este blog, tan solo tiene que mandar un correo a poesiaenuntelescopio@gmail.com con la información que considere. Sin más, nos despedimos por hoy.

Gracias por estar.

Ahora que no estás junto a mí
ya no eres más tú;
ahora eres lluvia, eres aire;
eres viento que acecha
las esquinas;
eres tormenta y eres cauce.

Ahora... eres poesía.

miércoles, 6 de abril de 2016

José de Espronceda




"Con diez cañones por banda...". Estoy seguro de que a más de uno se le viene automáticamente a la cabeza lo que sigue. Este verso pertenece a ese poema obligado que todos aprendimos en el colegio: La canción del pirata, de Espronceda, quizás nuestro primer contacto con este bello arte.

Pero Espronceda no se dedicó única y exclusivamente a la poesía; fue mucho más allá, llegando a escribir varias comedias e incluso dramas históricos, como Blanca de Borbón (1923) o Sancho Saldaña: o el castellano de Cuéllar (1834).

Nacido en Almendralejo en 1808, José de Espronceda es considerado el poeta romántico español por antonomasia, con una poesía influida por la lírica de Lord Byron, principalmente, y la de Walter Scott.

Pero además de a las letras se dedicó a la política y a la creación, junto a sus amigos Ventura de la Vega y Patricio de la Escosura, de una sociedad secreta: Los Numantinos, como venganza por la ejecución del general Riego. Con respecto a la política, tuvo una trayectoria muy prometedora, interrumpida únicamente por la muerte súbita que le llegó el 23 de mayo de 1842, a la edad de treinta y cuatro años, por difteria.

Las letras más representativas del poeta fueron El estudiante de Salamanca (1840), un poema de 1.704 versos que narra el mito de Don Juan Tenorio y El diablo mundo, inacabado y publicado entre 1840 y 1841, siguiendo el sistema de novelas por entregas.


Canción de la muerte

Débil mortal no te asuste
mi oscuridad ni mi nombre;
en mi seno encuentra el hombre
un término a su pesar.
Yo, compasiva, te ofrezco
lejos del mundo un asilo,
donde a mi sombra tranquilo
para siempre duerma en paz.

Isla yo soy del reposo
en medio del mar de la vida,
y el marinero allí olvida
la tormenta que pasó;
allí convidan al sueño
aguas puras sin murmullo,
allí se duerme al arrullo
de una brisa sin rumor.

Soy melancólico sauce
que su ramaje doliente
inclina sobre la frente
que arrugara el padecer,
y aduerme al hombre, y sus sienes
con fresco jugo rocía
mientras el ala sombría
bate el olvido sobre él.

Soy la virgen misteriosa
de los últimos amores,
y ofrezco un lecho de flores,
sin espina ni dolor,
y amante doy mi cariño
sin vanidad ni falsía;
no doy placer ni alegría,
más es eterno mi amor.

En mi la ciencia enmudece,
en mi concluye la duda
y árida, clara, desnuda,
enseño yo la verdad;
y de la vida y la muerte
al sabio muestro el arcano
cuando al fin abre mi mano
la puerta a la eternidad.

Ven y tu ardiente cabeza
entre mis manos reposa;
tu sueño, madre amorosa;
eterno regalaré;
ven y yace para siempre
en blanca cama mullida,
donde el silencio convida
al reposo y al no ser.

Deja que inquieten al hombre
que loco al mundo se lanza;
mentiras de la esperanza,
recuerdos del bien que huyó;
mentiras son sus amores,
mentiras son sus victorias,
y son mentiras sus glorias,
y mentira su ilusión.

Cierre mi mano piadosa
tus ojos al blanco sueño,
y empape suave beleño
tus lágrimas de dolor.
Yo calmaré tu quebranto
y tus dolientes gemidos,
apagando los latidos
de tu herido corazón.

sábado, 2 de abril de 2016

Vicente Aleixandre


Quizás debamos agradecerle a Dámaso Alonso por descubrirnos, casi por crear inconscientemente, a tan brillante poeta como fue Vicente Pío Marcelino Cirilo Aleixandre y Merlo -o, lo que es lo mismo, Vicente Aleixandre-.

Vicente Aleixandre (Sevilla, 1898) descubre a Rubén Darío, a Antonio Machado y a Juan Ramón Jiménez allá por el año 1917, a la edad de diecinueve años, gracias al también poeta recientemente nombrado Dámaso Alonso. Es entonces cuando empieza a interesarse por la poesía. Tanto es así que llegó a obtener el Premio Nacional de Literatura en 1933 por La destrucción o el amor (y el Premio Nacional de Poesía por el mismo libro), el Premio de la Crítica en 1963 por En un vasto dominio y, en 1969, por Poemas de la consumación. Incluso la Academia Sueca le concede el Premio Nobel de Literatura en 1977, gracias al cual se le reconoce universalmente.

(El poeta en el salón de su casa, años ochenta)

Publicó sus primeros poemas en la Revista de Occidente en 1926. Llegó a entablar amistad con contemporáneos suyos, como Federico García Lorca y Luis Cernuda.

Su obra, como la de Juan Ramón Jiménez, se divide en tres etapas: una primera, de poesía pura (con influencias de Juan Ramón, Pedro Salinas y Jorge Guillén); una segunda, de poesía surrealista; y una tercera, de poesía antropocéntrica (hay quien dice que también tuvo otra: de vejez).

Pero no toda la vida de nuestro poeta giró en torno a lo que le da el título de tal, la poesía. Y es que, además de poeta, Vicente Aleixandre fue académico de la Real Academia Española desde 1950, ocupando el sillón de la letra O, y profesor durante dos años en la Escuela de Comercio de Madrid -estudió Derecho y Comercio- desde 1920 hasta 1922. Podríamos añadir incluso la categoría de abiertamente homosexual, aunque la ocultó durante toda su vida, debido al daño que pudieran causarle a su familia. Todo ello causado, claramente, por la época en la que le tocó vivir: la Guerra Civil Española.

(Vicente Aleixandre visitando la tumba de Miguel Hernández)

Vicente Aleixandre muere en la noche del trece de diciembre, tras tres días hospitalizado a causa de una hemorragia intestinal, y enterrado dos días después en el panteón familiar del Cementerio de la Almudena de Madrid.


A ti, viva

Cuando contemplo tu cuerpo extendido
como un río que nunca acaba de pasar,
como un claro espejo donde cantan las aves,
donde es un gozo sentir el día cómo amanece.

Cuando miro a tus ojos, profunda muerte o vida que me llama,
canción de un fondo que sólo sospecho;
cuando veo tu forma, tu frente serena,
piedra luciente en que mis besos destellan,
como esas rocas que reflejan un sol que nunca se hunde.

Cuando acerco mis labios a esa música incierta,
a ese rumor de los siempre juvenil,
del ardor de la tierra que canta entre lo verde,
cuerpo que húmedo siempre resbalaría
como un amor feliz que escapa y vuelve...

Siento el mundo rodar bajo mis pies,
rodar ligero con siempre capacidad de estrella,
con esa siempre generosidad del lucero
que ni siquiera pide un mar en que doblarse.

Todo es sorpresa. El mundo destellando
siente que un mar de pronto está desnudo, trémulo,
que es ese pecho enfebrecido y ávido
que sólo pide el brillo de Id luz.

La creación riela. La dicha sosegada
transcurre como un placer que nunca llega al colmo,
como esa rápida ascensión del amor
donde el viento se ciñe a las frentes más ciegas.

Mirar tu cuerpo sin más luz que la tuya,
que esa cercana música que concierta a las aves,
a las aguas, al bosque, a ese ligado latido
de este mundo absoluto que siento ahora en los labios.