sábado, 24 de junio de 2017

Cultivando poesía (XIII)

Hay veces que me sorprendo a mí mismo. Supongo que eso está bien.


Inevitablemente,
yo ya no quiero
saberte más.

Inevitablemente.

Inevitablemente,
noté hace mucho tiempo
una distancia devastadora,
terrible, que dejó tras de sí
el rastro de todos los rastros:
cansancio a primera hora de la mañana,
tristeza a mitad de la tarde
y llanto
-de esos que duran veinticuatro horas
siete días a la semana-.

Y así,
sin saber de qué
manera absurda podría evitar
lo inevitable,
te fui olvidando.

Y así,
inevitablemente,
me fui muriendo.

Inevitablemente.

domingo, 18 de junio de 2017

Poesía y escultismo

(Bandera scout).

Resulta que hoy me he despertado con una musiquilla que se repetía una y otra vez, tanto que aún en el propio sueño buscaba la letra de la canción acostado. Muy extraño todo.

Tal musiquilla es un himno scout que suele ser cantado en ocasiones especiales que me reservaré en especificar por razones de privacidad para con el movimiento. Disculpen las molestias.

Cualquiera que conozca este himno y lo haya cantado, encontrará imposible su lectura sin entonación. Los que no, aquí el enlace para su escucha.

Buena caza y largas lunas.


Yo he pasado largas noches en la selva,
junto al tronco perfumado del abeto,
escuchando los rumores del torrente
y los trémulos bramidos de los ciervos.

Yo he bogado en un madero por el río
y he corrido como un potro por los cerros,
he plantado en el peñasco la buitrera
y arrojado los arpones en el piélago.

Oh Señor, tú que ves nuestros anhelos,
por buscarte en tus obras, siempre inquietos,
yo te pido que nos lleves de la mano,
a la paz de un eterno campamento.

Y encajado como mísera alimaña
en la gruta del peñasco gigantesco,
he sentido la grandeza de lo grande
y llorado la ruindad de lo pequeño.

Si es verdad que no se encuentran aturdidos
en la mágica ciudad por el estruendo,
que se vengan a admirarlo aquí en sus obras,
que se vengan a admirarlo en sus efectos.

Oh Señor, tú que ves nuestros anhelos,
por buscarte en tus obras, siempre inquietos,
yo te pido que nos lleves de la mano,
a la paz de un eterno campamento.

Lo solemne dice menos que lo humilde,
el reposo dice más que el movimiento,
las palabras hablan menos que los ruidos
y los ruidos dicen menos que el silencio.

Oh Señor, tú que ves nuestros anhelos,
por buscarte en tus obras, siempre inquietos,
yo te pido que nos lleves de la mano,
a la paz de un eterno campamento.

jueves, 15 de junio de 2017

Poema de Giordano Bruno a sus verdugos

Cuando uno toma conciencia de lo que es la muerte, sabe que no va a vivir eternamente y acepta, en mayor o en menor medida, esta idea. Sin embargo, cuando uno es consciente de que lo van a matar, la aceptación ante tal idea no suele ser muy positiva, que digamos.

Giordano Bruno, religioso dominico y el primer filósofo que apoyó a Copérnico, fue condenado a morir en la hoguera allá por el año 1600 en el Campo dei Fiori, en Roma. Sus ideas, que llegaron más lejos que las del propio Copérnico, fueron la razón de tal condena, pues llegó a introducir los conceptos de un universo infinito, con infinitos sistemas solares e infinitos planetas.

Así, y siendo consciente tanto de que lo iban a matar como de cómo funciona la Historia, escribió: “Quemadme, que mañana, donde encendáis la hoguera, levantará la historia una estatua para mí".

Y he aquí su estatua en el Campo dei Fiori y su poema.



Decid, ¿cúal es mi crimen? ¿Lo sospecháis siquiera?
Y me acusáis, ¡sabiendo que nunca delinquí!

Quemadme, que mañana, donde encendáis la hoguera,
levantará la Historia una estatua para mí.
Yo sé que me condena vuestra demencia suma.

¿Por qué? Porque las luces busqué de la verdad,
no en vuestra falsa ciencia que el pensamiento abruma,
con dogmas y con mitos robados a otra edad,
sino en el libro eterno del Universo mundo,
que encierra entre sus folios de inmensa duración;
los gérmenes benditos de un porvenir fecundo,
basado en la justicia, fundado en la razón.

Y bien sabéis que el hombre, si busca en su conciencia,
la causa de las causas, el último porqué
ha de trocar muy pronto, la Biblia por la ciencia,
los templos por la escuela, la razón por la fe.

Yo sé que esto os asusta, como os asusta todo
todo lo grande, y quisiérais poderme desmentir.
Más aún vuestras conciencias, hundidas en el lodo
de un servilismo que hace de lástima gemir...

Aún allá, en el fondo, bien saben que la idea
es intangible, eterna, divina, inmaterial.
Que no es ella el Dios y la religión vuestra,
sino la que forma con sus cambios, la Historia Universal;
que es ella la que saca la vida del osario,
la que convierte al hombre de polvo en creador,
la que escribió con sangre la escena del calvario,
después de haber escrito con luz la de Tabor.

Mas sois siempre los mismos, los viejos fariseos,
los que oran y se postran donde los puedan ver.
Fingiendo fe, sois falsos llamando a Dios, ateos,
¡chacales que un cadáver buscáis para roer!
¿Cúal es vuestra doctrina? Tejido de patrañas,
vuestra ortodoxia, embuste; vuestro patriarca, un rey;
leyenda vuestra historia, fantástica y extraña;
vuestra razón la fuerza, y el oro vuestra ley.

Tenéis todos los vicios que antaño los gentiles;
tenéis las bacanales, su pérfida maldad;.
como ellos sois farsantes, hipócritas y viles
Queréis, como quisieron, matar a la verdad.
Mas ¡vano vuestro empeño! Si en esto vence alguno;
soy yo porque la Historia dirá en lo porvenir:
“Respeto a los que mueren como muriera Bruno”.
Y en cambio vuestros nombres… ¿quién lo podrá decir?
¡Ah! Prefiero mil veces mi muerte a vuestra suerte.
Morir como yo muero no es una muerte, ¡no!
Morir así es la vida; vuestro vivir, la muerte.
Por eso habrá quien triunfe, y no es Roma. ¡Soy Yo!

Decid a vuestro Papa, vuestro señor y dueño,
decidle que a la muerte me entrego como un sueño,
porque es la muerte un sueño, que nos conduce a Dios…
Mas no a ese Dios siniestro, con vicios y pasiones
que al hombre da la vida y al par su maldición,
sino a ese Dios-Idea que en mil evoluciones
da a la materia forma y vida a la creación.
No al Dios de las batallas, sí al Dios del pensamiento,
al Dios de la conciencia, al Dios que vive en mí;
al Dios que anima el fuego, la luz, la tierra, el viento;
al Dios de las bondades, no al Dios de ira sin fin.
Decidle que diez años, con fiebre, con delirio,
con hambre, no pudieron mi voluntad quebrar.

Que niegue Pedro al Maestro Jesús, que a mí ante el martirio
de la verdad, que sepa no me haréis apostatar.
¡Mas basta! ¡Yo os aguardo! Dad fin a vuestra obra.
¡Cobardes! ¿Qué os detiene? ¿Teméis al porvenir?
¡Ah! Tembláis. Es porque os falta la fe que a mí me sobra.
Miradme, yo no tiemblo…¡y soy quien va a morir!

sábado, 10 de junio de 2017

Literatura breve

Dicen las lenguas populares que "lo bueno, si breve, dos veces bueno". Partiendo de esta premisa, hoy os traemos una breve recopilación de literatura breve.

Disfruten.


Me dicen:
tienes la vida por delante.
Pero yo miro
y no veo nada.

- Alejandra Pizarnik.


Dos lujos tengo para abstraerme en mis paseos: tu hermosura y la hora de mi muerte.

- John Keats (a Fanny Brawne).


Después de haber comido entrambos doce nécoras,
alguien dijo a Pilatos:
                               —¿Y qué hacemos ahora?
Él vaciló un instante y respondía
(educado, distante, indiferente):
—Chico, tú haz lo que quieras.
                                    Yo me lavo las manos.

- Ángel González, "Final conocido".


Callan las cuerdas.
La música sabía
lo que yo siento.

- Jorge Luis Borges, La cifra.


No sé con qué decirlo,
porque aún no está hecha
mi callada palabra.

- Juan Ramón Jiménez, Cancioncillas intelectuales.


De haber sabido 
que de mí 
iba a hacerse este silencio, 
ni un quejido, 
ni una broma, 
ni un suspiro.

- Carolina Broner.


¿Qué me copiaste en ti,
que cuando falta en mí
la imagen de la cima,
corro a mirarme en ti?

- Juan Ramón Jiménez, "Agua mujer".

lunes, 5 de junio de 2017

Cultivando poesía (XII)

Hay poemas especiales. Pero sobre todo, y mucho más importante, hay personas especiales.


A sus ojos

Eres como el frío repentino
que llega al decir adiós.
Eres,
no sé cómo decírtelo,
mi todo.
Pero acaso tú eres más,
pues en tu nombre va escrita
la flor que nos bombea los cuerpos
y nos da la vida;
la flor que,
cuando muere,
muere para quedarse,
pues cada luz que se enciende,
cuando se enciende a sí misma,
enciende también los ojos de quien la mira.

jueves, 1 de junio de 2017

Paul McCartney: beatle, pirata y "corazón solitario"

(Los Beatles en una sesión de grabación para el Sgt. Pepper's).

NOTA: Sirva esta entrada como homenaje a los Beatles.

Son hoy dos los motivos que me llevan a publicar esta entrada: el primero, el estreno mundial de Pirates of the Caribbean: Dead Men Tell No Tales ("Piratas del Caribe: La Venganza de Salazar"); y el segundo, el 50 aniversario del Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band, el octavo álbum de los archiconocidos Beatles. Me remitiré al primero.

Una película de tal calibre exige, cuanto menos, alguna colaboración emblemática. En 2007, con el estreno de Pirates of the Caribbean: At World's End ("Piratas del Caribe: En el Fin del Mundo"), contaron con el cameo del rolling stone Keith Richards, a quien Johnny Depp tomó como inspiración para la interpretación del pirata más conocido de todos los tiempos: Jack Sparrow. Así, y sin querer perder el nivel que ofrecieron entonces, el personaje escogido para esta ocasión fue el del beatle Paul McCarntney (como ven, incluso en la pantalla siguen los enfrentamientos Rolling Stones - Beatles).

Por cierto: adivinen qué canción anda cantando Paul cuando aparece.


Al parecer, contaban con Keith Richards para la quinta entrega de la franquicia, llegando incluso a tener su escena escrita, pero por problemas de agenda no pudo acudir al rodaje en Australia. Así que Johnny Depp, sin pensárselo dos veces, le escribió con su teléfono móvil un mensaje a Sir Paul McCartney. Y el resto es historia.

Aprovechando tal ocasión, quisiera dejaros una preciosa y emotiva canción que dicho beatle escribió para Johnn Lennon, incluida en su álbum de 1982 "Tug of War".

Espero que os guste.


Y si dijera
que en realidad te conocía muy bien,
¿cuál hubiera sido tu respuesta?

Si estuvieras aquí hoy...

bueno, conociéndote,
probablemente te reirías
y dirías que éramos de mundos distintos.

Si estuvieras aquí hoy...

En cuanto a mí,
aún recuerdo cómo era antes
y ya no puedo contener más
las lágrimas.

No.

Te amo.

¿Qué hay del tiempo
en que nos conocimos?

Bueno, supongo que podrías
decir que nos hacíamos
los difíciles.

No entendíamos nada,
pero siempre pudimos cantar.

¿Qué hay de la noche cuando lloramos?

Porque no había ninguna razón
para guardarlo todo dentro.

Nunca entendimos una palabra,
pero siempre estuviste allí
con una sonrisa.

Y si dijera
que realmente te amé
y estaba contento de que
hubieras llegado,
entonces estarías hoy aquí.

Pero estuviste en mi canción.

Aquí hoy.