miércoles, 29 de noviembre de 2017

Amado Nervo y el modernismo


Suele haber cierta tendencia a pensar en los mismos nombres cuando se habla de modernismo literario: Rubén Darío, Enrique Larreta, Manuel Machado, Salvador Rueda... pero nunca, o rara vez, Amado Nervo.

Amado Nervo fue el seudónimo de Juan Crisóstomo Ruiz de Nervo y Ordaz (1870 - 1919), poeta y prosista mexicano cuya obra tuvo como sello la elegancia en los ritmos, siendo la más ampliamente conocida Los jardines interiores (1905).

Su obra también está caracterizada por un fuerte sentimiento de tristeza, marcado quizás por la muerte de su padre (quien le puso de nombre Amado Nervo al nacer, con la idea de simplificar su verdadero apellido, Ruiz de Nervo) a los nueve años de edad, el suicidio de su hermano Luis, que también era poeta, y el retorno "a la fuente de gracia de donde procedía" de su amada Ana Cecilia Luisa Daillez, a quien hubo de dedicar unos versos medio año después de su muerte.

(Amado Nervo retratado antes de partir como ministro plenipotenciario ante los gobiernos de Argentina, Uruguay y Paraguay, "19182).

El poema, fechado el 7 de julio de 1912, fue añadido a su libro secreto que titularía La amada inmóvil, donde a manera de un diario escrito en versos de particular belleza y amargura, cuenta con detalles los años de la condena de vida que habría de prolongarse en soledad y añoranza hasta 1919, año en que le fue concedido morir para reunirse con ella, la "llena de gracia como el Ave María", como se refirió a su amada en el citado volumen.


Seis meses

¡Seis meses ya de muerta! Y en vano he pretendido 
un beso, una palabra, un hálito, un sonido... 
y, a pesar de mi fe, cada día evidencio 
que detrás de la tumba ya no hay más que silencio...

Si yo me hubiese muerto, ¡qué mar, qué cataclismos, 
qué vórtices, qué nieblas, qué cimas ni qué abismos 
burlaran mi deseo febril y omnipotente 
de venir por las noches a besarte en la frente, 
de bajar, con la luz de un astro zahorí, 
a decirte al oído: “¡No te olvides de mí!”

Y tú, que me querías tal vez más que te amé, 
callas inexorable, de suerte que no sé 
sino dudar de todo, del alma, del destino, 
¡y ponerme a llorar en medio del camino! 
Pues con desolación infinita evidencio 
que detrás de la tumba ya no hay más que silencio...

lunes, 20 de noviembre de 2017

El árbol más poético

Muchos son los temas que, a lo largo de la historia, han sido habituales en la poesía. Podríamos decir que el amor, la muerte y la naturaleza son los que más han dado de sí. Concretamente, dentro de esta última cuestión existe un elemento que ha servido como fuente de inspiración a lo largo y ancho del mundo.

Si nos desplazamos a Rusia y leemos toda su poesía -y tenemos tiempo y ganas para ello- descubriremos un elemento que, como poco, ha sido un claro frecuente: el árbol.

El análisis de unos 3.700 poemas de poetas rusos demostró que el árbol más poético es el abedul, mencionado en 84 poemas. En segundo lugar se encuentra el pino, con 51 poemas; y en tercer lugar el roble, con 48 poemas.

martes, 14 de noviembre de 2017

Paul Auster


A la vista está que no hace ni una hora que terminé de leer El palacio de la luna de Paul Auster y la impresión dejada ha sido tan grande, que no podía por menos compartirlo con vosotros, con la esperanza de que su trabajo llegue también a vuestras vidas.

Nacido en Newark, Estados Unidos en 1947, su obra abarca la novela, el ensayo, las memorias, las traducciones, los cuentos, los guiones de cine -y la dirección de los mismos para la pantalla grande- y la poesía, tratando con un estilo "sencillo pero implacable" temas como el existencialismo, el absurdismo y la búsqueda de un significado y de una identidad personal.

Por suerte, la síntesis es un hecho, y me limitaré a dejar la información ya escrita y un poema cuya elección ha resultado más difícil de lo que podía esperar. Supongo que toca leerle.


Pulso

Esto que retrocede
se acercará a nosotros
al otro lado del día.

Otoño: una sola hoja
comida por la luz: y la verde
y fija mirada del verde
sobre nosotros.
Allí, tierra sin fin,
allí
también nosotros
seremos esa luz,
incluso mientras la luz
muere
en la silueta de una hoja.

Mirada sorprendida
en el hambre del día.
Donde nunca hemos estado
estaremos. Un árbol
echará raíces en nosotros
y se alzará en la luz
de nuestras bocas.

El día se erguirá ante nosotros.
El día nos seguirá
hasta el día.

jueves, 9 de noviembre de 2017

Cultivando poesía (XXVII)

Cuando un recuerdo se queda para siempre, queda también para siempre el poema.


Era viernes.
Sus ojos se cerraron,
como se cierra una ventana
que no quiere dejar pasar el frío.
Ya dormida, con los brazos en flor,
su respiración marcaba el compás del sueño;
un baile, quizás,
o quizás un eco.

Era viernes.
Sus ojos miraban sus ojos.
En sus sueños, silencio;
en sus ojos, sueños.

(Y un silencio.

Infinito.

Tremendo).

sábado, 4 de noviembre de 2017

Loreena McKennitt

(Loreena McKennitt in 2008, photo by Johan.abit via Creative Commons).

No es la primera vez que hablamos de música en este blog. Y tampoco será la última.

Justo ayer recibía en mi bandeja electrónica un correo del equipo de Loreena McKennitt informándome acerca de una nueva canción de la artista, la primera original después de once años, tras aquel ya mítico An ancient muse (2006), disco con fuertes influencias de la música griega, turca y del medio y lejano oriente.

Loreena McKennitt (Canadá, 1957) es una cantante e intérprete de piano y arpa que, desde 1985 con su primer disco Elemental, se dedica a mezclar música celta con las diferentes músicas del mundo, envolviendo al que la escucha en una extraña y suave atmósfera de la que es difícil salir. Como ejemplo, para poder llevar a cabo la composición de las canciones de su disco The Visit (1994) -y preferido de un servidor- viajó por Venecia, Hungría, Ucrania, España y Asia.


Sus primeras influencias, ya que fueron las que dieron paso a su carrera musical, vienen de la compañía teatral Shakespearean festival donde trabajaba, inspirándose en el poeta William Butler Years para sus letras y en la música de The Bothy Band o Alan Stivell. Hadas, bosques y estrellas son referentes comunes en su obra.

Pero qué mejor que enseñar para ilustrar.


Para ello he escogido "Caravanserai", perteneciente al disco anteriormente mencionado An ancient muse. Adjunto la letra original -tras lo cual aprovecho para pedir disculpas por no haber conseguido mejor traducción y, como siempre, aclarar que siempre queda mejor el resultado original- y una breve explicación sacada de Wikipedia para poderla entender mejor:

El caravasar es un antiguo tipo de edificación surgido a lo largo de los principales caminos donde las caravanas que hacían largos viajes de muchas jornadas -de comercio, peregrinaje o militares-, podían pernoctar, descansar y reponerse los viajeros y animales. Eran verdaderos antecedentes de los modernos hoteles y hostales de carretera.
No quería irme sin comentar algo acerca del vídeo: este extracto pertenece a un concierto realizado en la Alhambra de Granada la noche del 21 de agosto de 2007 (Nights from the Alhambra).




This glancing life is like a morning star
A setting sun, or rolling waves at sea
A gentle breeze or lightning in a storm
A dancing dream of all eternity

The sand was shimmering in the morning light
And dancing off the dunes so far away
The night held music so sweet, so long
And there we lay until the break of day

We woke that morning at the onward call
Our camels bridled up, our howdahs full
The sun was rising in the eastern sky
Just as we set out to the desert's cry

Calling, yearning, pulling, home to you

The tents grew smaller as we rode away
On earth that tells of many passing days
The months of peace and all the years of war
The lives of love and all the lives of fears

Calling, yearning, pulling, home to you

We crossed the river beds all etched in stone
And up the mighty mountains ever known
Beyond the valleys in the searing heat
Until we reached the caravanserai

Calling, yearning, pulling, home to you
Calling, yearning, pulling, home to you

What is this life that pulls me far away
What is that home where we cannot reside
What is that quest that pulls me onward
My heart is full when you are by my side

Calling, yearning, pulling, home to you



Esta vida es como mirar una estrella en la mañana, 
una puesta de sol o las olas en el mar;
una brisa suave o el rayo en una tormenta, 
un sueño en el que bailas durante toda la eternidad. 

La arena brillaba a la luz de la mañana,
y el baile de las dunas a lo lejos.
La noche se celebró con música dulce. Fue larga.
Y allí nos quedamos hasta el amanecer. 

Nos despertamos por la mañana con su suave llamada.
Embridamos nuestros camellos, llenamos nuestros houdahs.
El sol se elevaba en el cielo del este
justo cuando partíamos hacia el grito del desierto. 

Llamando, anhelando, yendo hacia a casa.

Las tiendas se hacían más pequeñas a medida que nos alejábamos
de aquella tierra, que nos contaba acerca de los días pasados, 
Los meses de paz y todos los años de guerra, 
las vidas de amor y todas las vidas llenas de miedos. 

Llamando, anhelando, yendo hacia a casa.

Cruzamos el lecho de los ríos grabados en la piedra, 
y hasta las poderosas montañas jamás conocidas, 
más allá de los valles y el calor abrasador, 
hasta que alcanzamos el caravanserai. 

Llamando, anhelando, yendo hacia a casa.

¿Qué es esta vida que me empuja hacia lo lejos? 
¿Qué es esa casa donde no podemos alojarnos? 
¿Qué es esa búsqueda que me tira hacia delante? 

Mi corazón se llena cuando tú estás a mi lado. 

Llamando, anhelando, yendo hacia a casa.