viernes, 29 de septiembre de 2017

Greguerías o el arte de lo breve

(Ramón Gómez de la Serna).

Conseguir decir mucho con poco nunca fue tarea fácil. Pero Ramón Gómez de la Serna (1888 - 1963) fue todo un maestro.

Escritor prolífico y de gran ingenio, fue también impulsor del género literario conocido como greguerías. Estas no son más que textos breves, a ser posible de una sola línea y a través de las cuales se expresa una idea de manera aguda y original. El literato planteaba la siguiente fórmula para llegar a ellas:

humorismo + metáfora ➝ greguería.

Y decía, además:

Desde 1910 me dedico a la greguería, que nació aquel día de escepticismo y cansancia en que cogí todos los ingredientes de mi laboratorio, frasco por frasco, y los mezclé, surgiendo de su precipitado, depuración y disolución radical, la greguería. Desde entonces, la greguería es para mí la flor de todo lo que queda, lo que vive, lo que resiste más al descreimiento. La greguería ha sido perseguida, denigrada, y yo he llorado y reído por eso entremezcladamente, porque me ha dado pena y me ha hecho gracia.

Se le atribuyen más de mil greguerías. Por ello, he aquí una recopilación personal que espero ayude a ilustrar lo dicho:


Como daba besos lentos, duraban más sus amores.

El par de huevos que nos tomamos parece que son gemelos, y no son ni primos terceros.

El polvo está lleno de viejos y olvidados estornudos.

La leche es el agua vestida de novia.

Las pasas son uvas octogenarias.

Al calvo el peine le sirve para hacerse cosquillas paralelas.

El etc., etc., etc. es la trenza de lo escrito.

El vapor es el fantasma del agua.

La morcilla es un chorizo lúgubre.

El cometa es una estrella a la que se le ha deshecho el moño.

Roncar es tomar ruidosamente sopa de sueños.

¿Y si las hormigas fuesen ya los marcianos establecidos en la Tierra?

martes, 26 de septiembre de 2017

Para tener siempre presente

(De izqda. a dcha.: Luis García Montero, Javier Egea, Rafael Alberti, Martín Olid, Joaquín Sabina y Benjamín Prado en la presentación, en el Palacio de los Condes de Gabia de la colección “Maillot Amarillo”, 1986).

Resulta maravilloso saber que, aunque parezca imposible, detrás de un gran poeta hay siempre una identidad un tanto distinta, aunque no muy alejada, de esa otra que nos es expuesta al gran público; como resulta también maravilloso saber que, detrás de una gran persona, hay una gran amistad.

Una de esas amistades es la de Joaquín Sabina y Rafael Alberti, aunque en palabras de aquel "no fuesen tan amigos como otros, pero pueda presumir de que fue uno de los pocos que meó con él en la tapia de la Real Academia".

Y es que Alberti, vaya usted a saber en qué momento y a cuento de qué, le dijo a estotro:

"Tómate siempre muy en serio tu obra y muy en broma a ti mismo".

Tal fue el consejo que, poetas y no poetas, valen a todos por igual.

viernes, 22 de septiembre de 2017

De ciudades y otras historias

Estar en otra ciudad de visita, viviendo en ella o simplemente verla en pintura -y no tiene por qué ser una buena pintura- puede suponer ya no conocer acerca de esa ciudad, sino de una ciudad totalmente diferente.

En mi caso me encuentro en Lisboa, pero hoy he conocido Besanzón. Y es que esta ciudad en concreto es la ciudad que vio nacer al poeta, dramaturgo y novelista francés Victor Marie Hugo (1802 - 1885). O simplemente Victor Hugo.

El poema que hoy traigo es un poema escrito del poeta a su hija fallecida. Importante es saber también que, así como en España aprendemos La canción del pirata de Espronceda, en Francia aprenden este poema en particular.

Cómo he llegado a él es algo que me reservo, por aquello de mantener el misterio sin razón alguna. Solo espero no hacerlo mal en la traducción; oh, esperen, cuento con ayuda profesional.



Demain, dès l'aube, à l'heure où blanchit la campagne,
je partirai. Vois-tu, je sais que tu m'attends.
j'irai par la forêt, j'irai par la montagne.
je ne puis demeurer loin de toi plus longtemps.

Je marcherai les yeux fixés sur mes pensées,
sans rien voir au dehors, sans entendre aucun bruit,
seul, inconnu, le dos courbé, les mains croisées,
triste, et le jour pour moi sera comme la nuit.

Je ne regarderai ni l'or du soir qui tombe,
ni les voiles au loin descendant vers Harfleur,
et quand j'arriverai, je mettrai sur ta tombe
un bouquet de houx vert et de bruyère en fleur.


Mañana, al amanecer, a la hora en que el país está blanqueando,
me iré. Ya ves, sé que me estás esperando.
Iré por el bosque, iré por la montaña.
No puedo estar lejos de ti por más tiempo.

Caminaré con los ojos fijos en mis pensamientos,
sin ver nada fuera, sin oír ningún ruido,
solo, desconocido, con la espalda doblada, las manos cruzadas,
triste, y el día para mí será como la noche.

No miraré el oro que cae,
ni las velas en la distancia que descienden hacia Harfleur,
y cuando vaya, pondré en tu tumba
un ramo de acebo verde y brezo en flor.

sábado, 16 de septiembre de 2017

Cultivando poesía (XXIV)

Y sin quererlo, nuevamente vuelvo a sorprenderme.

Alrededor tuyo se va formando
esa imagen única que tú,
tan solo tú,
vas formando,
con tu voz única
y tu manera única de sonreír,
y de decirlo todo tan solo con tus ojos,
y de pedir perdón cuando,
sin quererlo,
pasas a mi lado y no me dices adiós;
pero es entonces justo cuando más te quiero,
pues sé que te darás la vuelta
y podré verte de nuevo,
haciéndome así la persona más feliz
del mundo,
queriendo ser parte de esa imagen
única que tú,
y tan solo tú,
conformas.

lunes, 11 de septiembre de 2017

El peor poeta del mundo


A más de uno nos sigue sorprendiendo que haya gente que haya llegado a la fama a través de sus maneras maleducadas e ignorancia completa del mundo que les rodea y que, en todo su orgullo, se regocijen de ello.

Algo parecido ocurrió hace un par de siglos, cuando William Topaz McGonagall (Edimburgo, 1825), tejedor y actor aficionado, comenzó a escribir poesía. Muchos de sus contemporáneos lo consideran como un personaje cómico y no como un poeta propiamente dicho. Sea como fuere, lo cierto es que su obra, por llamarla de alguna manera, llegó a alcanzar alrededor de los doscientos poemas, siendo considerados muchos de ellos como los peores de la historia británica. Llegó a tomar tal notoriedad que a día de hoy su nombre es ya parte de la historia. 

Su poema más conocido se titula "The Tay Bridge Disaster" ("La tragedia del puente Tay"), que relata los acontecimientos de la noche del 28 de diciembre de 1879, cuando, durante un fuerte temporal, el puente Tay Rail cerca de Dundee se derrumbó mientras un tren pasaba por él:

The train into the girders came,
And loud the wind did roar ;
A flash is seen-the Bridge is broke-
The train is heard no more.

"The Bridge is down, "the Bridge is down,"
in words of terror spread ;
The train is gone, its living freight
Are numbered with the dead.


El tren hacia las vigas vino
y alto fue el rugido del viento;
un destello es visto -el Puente ha caído-.
El tren ya no es oído.

"El puente ha caído", "el puente ha caído",
en palabras de terror propagado;
el tren se ha ido, su carga viva
con los muertos es contado.

(El Tay Bridge desplomado, visto desde el norte).

Su obra lleva por título los siguientes nombres: Poetic gems, More poetic gems, Still more poetic gems, Yet more poetic gems, Further poetic gems, Yet further poetic gems, Last poetic gems. En español sería algo así como: Gemas poéticas, Más gemas poéticas, Aún más gemas poéticas, Incluso más gemas poéticas, Gemas poéticas extra, Aún más gemás poéticas extra, Últimas gemas poéticas.

Con todo ello podríamos pensar que, efectivamente, no fue poeta, sino una especie de cómico que, de una u otra manera, consiguió reírse del mundo con toda la seriedad del mundo.

PD: Aquí el vídeo a través del cual descubrí a este fantástico personaje y en el que se explica de manera más fehaciente su figura y su obra:





lunes, 4 de septiembre de 2017

José Luis Hidalgo


La muerte suele resultar nefasta y razón de poca simpatía. Pero no para José Luis Hidalgo -al menos artísticamente hablando-.

José Luis Francisco Hidalgo Iglesias de nombre completo (Cantabria, 1919) quedó huérfano de madre a muy corta edad. Además, su participación en la Guerra Civil le impregnó de sensaciones e imágenes horribles. Todo ello en su conjunto le ayudó a sacar su faceta creativa, tanto poética como artística, cultivando la poesía y la pintura a partes iguales. 

Es considerado como uno de los mejores representantes de la poesía existencial española de posguerra y precursor de la denominada "Quinta del 42".

Publicó cuatro libros: Raíz (1944), Los animales, Los muertos y Canciones para niños (1951). Además, es autor de la novela La escalera, única del género dentro de toda su obra. Está fechada el 12 de enero de 1946 en Valencia, apenas un año antes de su fallecimiento.

(Monumento en Santander, en el Parque de Mesones, obra de Jesús Otero).

Cabe destacar su poema "Estoy maduro", poema en el que asume que su momento llegaría antes de lo naturalmente esperado -murió a la edad de veintisiete años a causa de neumonía, siendo la mayor parte de su obra publicada de manera póstuma- y "Te busco", poema que nos permite acercarnos a su percepción del fin.

Debido a su escasa obra y a la brevedad de cada composición, nos despediremos con los mismos.


Estoy maduro

Me ha calentado el sol y a tantos años
que pienso que mi entraña está madura
y has de bajar, Señor, para arrancarme
con tus manos inmensas y desnudas.

Pleno y dorado estoy para tu sueño;
por él navegaré como una luna
que irá brillando silenciosamente,
astro frutal sobre tu noche pura.

Una nube vendrá y acaso borre 
mi luz para los vivos y, entre lluvia,
zumo dulce de Ti, te irá cayendo
la savia de mi ser, como una música.

Será que estaré muerto y entregado,
otra vez, a la tierra de las tumbas.
Pero, sangre inmortal, mi roja entraña
de nuevo quemará tu luz futura.


Te busco

Déjame que, tendido en esta noche,
avance, como un río entre la niebla,
hasta llegar a Ti, Dios de los hombres,
donde las almas de los muertos velan.
Los cuerpos de los tristes que cayeron,
helados y terribles me rodean;
como muros, encauzan mis orillas,
pero tengo desiertas mis riberas.
Yo no sé donde estás, pero te busco;
en la noche te busco, y mi alma sueña.
Por los que ya no están, sé que Tú existes
y por ellos mis aguas te desean.
Y sé que, como un mar, a todos bañas;
que las almas de todos Tú reflejas
y que a Ti llegaré cuando mis aguas
den al mar de tus aguas verdaderas.