- Nunca he amado a nadie como a ti. - ¿Y por qué no me lo dices? - Porque eso nunca me trajo suerte. Disculpa, tengo que ir a tocar. Fallen Angels (1995)
"Las mujeres son de agua. Algunos hombres también. El primer amor es adolescente; el mío no. Seré un maniático. El treinta de mayo de 1995 por fin me enamoro. La miro y me siento como una tienda. Ella es yo. De repente, entra. ¿Por cuánto tiempo? Cuanto más, mejor".
Russian Ark (2002)
"Es una lástima que no estés aquí conmigo. Entenderías todo. Mira, el mar está por todas partes. Estamos destinados a navegar para siempre. A vivir para siempre".
El tío Boonmee que recuerda sus vidas pasadas (2010)
"Enfrentado a la jungla, las colinas y los valles, mis vidas pasadas como animal u otros seres surgen ante mí".
El nombre que hoy nos ocupa no es muy conocido, puesto que no es un nombre que se encuentre entre el título de ninguna novela, poemario o antología. Y es precisamente por ello que lo damos a conocer aquí.
Se trata de un segedano (nacido en Zafra, para que nos entendamos) que cuenta en su haber con un blog en el que comparte sus inquietudes, reflexiones y mirada individual del mundo, convertido en poesía. Lleva por título su propio nombre, como no podía ser de otra manera: Alberto Ballesteros.
De especial interés resultan los poemas escritos en Granada, ciudad donde estudia y que, como a muchos, ha inspirado tan plenamente.
Resulta difícil escoger uno entre tantos, así que me he decidido por dos, escritos ambos en dicha ciudad. Por supuesto, ni que decir tiene que visiten su pequeño gran rincón virtual.
¿Cuántos poetas pueden decir que en sus casas no hay libros? Al menos durante su infancia, puesto que, según el propio escritor, su padre era músico y hubo, en cambio, muchas canciones.
Sea como fuere, lo cierto es que William Ospina (Herveo, Colombia, 1954) ha encontrado su lugar en el mundo de las letras, llegando a ostentar el Premio Rómulo Gallegos con El país de la canela (2008), en la que hace un recorrido histórico sobre la conquista del Amazonas en el siglo XVI.
Pero hoy, inevitablemente una vez más, damos a conocer su faceta poética, con un poema hasta ahora inédito del autor y que lleva por título "Novalis".
Esperemos que lo disfruten.
Novalis
Cuéntalo todo, niño, antes de que lo olvides; con qué zafiro hicieron el techo de esta casa, cuál de las seis paredes linda con el tesoro, qué colibrí está inmóvil en el confín del tiempo. Solo al abrir los ojos sabemos ver el sueño. Tú hilvanas en palabras todo el amor del mundo, la ciencia de las hadas y la magia de Euclides, qué requiere la ardilla para allanar el bosque. Cuáles son los cimientos de la ciudad eterna, qué perfume prefieren las abejas fantasmas, qué ritmo del lenguaje trasmuta los metales, qué esconde el universo como el revés de un guante.
No se trata precisamente de una pregunta fácil, pero cuando la respuesta viene de palabras de Paul Auster, mítico escritor y director de cine (muy recomendable ese Smokedel '95), parece más sencillo de lo que cabría imaginar.
Estos días me encuentro leyendo 4 3 2 1, la última novela del neojerseíta y publicada hace hoy ya tres años. Es por ello que, no pudiendo resistirme, he dado con una entrevista en la que le hacen precisamente semejante pregunta. Os dejo con la transcipción de la respuesta (minuto 15:20) y el enlace por si las moscas.
No tiene pérdida.
"Es una gran pregunta, ya se lo preguntó Sartre y escribió un libro para responderla... Lo más gracioso es que realmente no sirve para nada. No tiene ningún uso práctico. El arte en general no tiene un uso práctico. No sirve para alimentar niños hambrientos, no impide que las bombas caigan sobre las ciudades en guerra... los libros no hacen nada. Pero los libros, para mí, especialmente las novelas y la poesía, son el único lugar en todo el mundo donde dos personas absolutamente extrañas pueden encontrarse en término de una total intimidad. Por lo tanto, es un lugar especial al que uno como ser humano puede ir para compartir su vida, sus pensamientos y su historia con el autor. Cada lector lee un libro diferente, es una experiencia muy personal. Por eso pienso que integrando en la imaginación de otra persona, participando y colaborando con ella, empiezas a entender mejor tu propia humanidad. Eso es probablemente lo que logra la literatura. Además, si eres sensible al lenguaje, las palabras pueden darte placer, un placer físico, parecido al placer que te puede generar la música. Además, están las historias en las novelas. Si son buenas historias, se quedan contigo para el resto de tu vida. Puede que no recuerdes cada detalle del libro, pero te queda el sentimiento general, el espíritu del libro o lo que ese personaje encarna para ti y después puedes mirar el mundo real y decir: 'sí, esa persona está haciendo exactamente lo que hizo ese personaje de la novela que Henry James escribió hace ciento veinte años'".