lunes, 18 de enero de 2016

Alfonsina Storni


Creadora de la Sociedad Argentina de Escritores, humilde, luchadora... y poeta. Eso fue, cuanto menos, Alfonsina Storni -nacida en Suecia pero nacionalizada argentina- , quien abrió las puertas de la poesía a las mujeres que vendrían tras ella. Vivió la mayor parte de su vida en Buenos Aires, donde conoció a Horacio Quiroga y cuya relación se mantendría hasta los últimos días de este.


En 1912 nace su único hijo, Alejandro, quien diría sobre ella: "Un día, cuando yo tenía doce años, le dije que ella era 'la mejor poetisa de América’. Ella se puso furiosa y me dijo: ‘eso lo puede decir solo un ignorante y yo no quiero que seas un ignorante. ¿Te has olvidado de Gabriela Mistral?'", demostrando así la falta de vanidad de la poeta.

Trabajó como maestra, como cajera en una farmacia, como colaboradora en la revista CARAS Y CARETAS... pero no fue hasta 1916 que publicó sus primeros poemas, en la revista literaria LA NOTA. Mismo año que publicó su primer libro, La inquietud del rosal, escrito durante sus jornadas laborales.


(Alfonsina Storni recitando un poema).

Conoció a Horacio Quiroga, poeta uruguayo, en la casa del pintor Emilio Centurión, allá por el año 1922. La personalidad del poeta captó la anteción de Alfonsina, quien ya por entonces había publicado Irremediablemente (1919) y Languidez (1920) - Primer Premio Municipal de Poesía y el Segundo Premio Nacional de Literatura-. La revista NOSOTROS, que difundía la nueva literatura argentina, publicó una encuesta en la que preguntaban "cuáles eran los tres o cuatro poetas suyos [de Argentina], mayores de treinta años, que [los lectores] respetaban más". Muchas de las respuestas coincidían en un mismo nombre: Alfonsina Storni (que por entonces tenía treinta y un años).


En 1925 publica OCRE -su obra máxima-, libro que marcó un cambio decisivo en su poesía, y dos años más tarde, en 1927, se estrenó su primera y única obra de teatro (que resultó ser un fracaso, durando no más de tres días en cartel).



Conoció a Federico García Lorca, a quien más tarade dedicaría un poema (publicado en Mundo de siete pozos, en 1934), en la Peña del café Tortoni, durante la permanencia del poeta en Buenos Aires entre octubre de 1933 y febrero de 1934.


A partir de entonces, la vida dejaría de sonreírle a Alfonsina, pues en 1935 es operada de cáncer de mama, y apenas un año después, se suicida su gran amigo (hay quien dice que llegaron a ser amantes), Horacio Quiroga, a quien también le dedicó unos conmovedores versos.

(Monumento a Alfonsina Storni frente a la playa La Perla, Mar del Plata).

Alfonsina fue una mujer que, hasta con su muerte, no nos dejó indiferentes. Y es que en la madrugada del veinticinco de octubre de 1938, en Mar del Plata (dos días después de llegar a Buenos Aires) se reunió con la asistenta de la pensión donde se hospedaba y le dictó una carta para su hijo, abandonó la hospedería y se dirigió hasta la playa La Perla. A la mañana siguiente, dos obreros que pasaban por la zona hallaban el cuerpo de una mujer que, aunque inmortales sus letras, su cuerpo, lamentablemente, yacía inerte. Alfonsina Storni se había lanzado desde lo alto de una roca. El día antes de su muerte publicaba en LA NACIÓN su último y más emotivo poema: Voy a dormir.


Dientes de flores, cofia de rocío,
manos de hierbas, tú, nodriza fina,
tenme prestas las sábanas terrosas
y el edredón de musgos encardados.

Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame.
Ponme una lámpara a la cabecera,
una constelación, la que te guste:
todas son buenas; bájala un poquito.

Déjame sola: oyes romper los brotes...
te acuna un pie celeste desde arriba
y un pájaro te traza unos compases

para que olvides... Gracias. Ah, un encargo:
si él llama nuevamente por teléfono
le dices que no insista, que he salido...

1 comentario:

  1. Su gran amigo pudo ser su amante... olvidemos lo que significa ella para el feminismo y viceversa. Te quiero JAJAJA

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