Hoy es el Día del Libro. Así, con mayúsculas y todo. Es un hecho. Y desde Poesía En Un Telescopio, blog dedicado a las letras, no podíamos dejar pasar este día sin decir algo al respecto. Así, nos hemos decidido -osea, he decidido- por contar una breve historia.
En 1934, un chico de 22 años de edad que respondía al nombre de Arnold Samuelson, periodista, leyó Un viaje al otro lado, de Hemingway. El joven quedó tan sorprendido con tal relato que decidió ir a conocer en persona al autor de tan fascinante historia y poder felicitarle y pedirle consejo (2000 millas a base de ir haciendo autostop). Cuando llegó, llamó a la puerta del Premio Pulitzer y este, tras preguntarle acerca de las razones que lo habían llevado hasta allí, lo invitó a pasarse de nuevo al día siguiente. Así y todo, cuando el joven regresó, el escritor lo invitó de nuevo a pasar, esta vez a su taller. Allí, se sentaron uno frente al otro y el joven, en silencio, observaba cómo aquel escribía sobre un papel. Cuando terminó, Hemingway le ofreció el papel. Era una lista con recomendaciones de libros.
La lista en cuestión, de puño y letra del propio Hemingway, es la siguiente:
Como sabemos que la letra no es del todo legible, hela aquí de nuevo:
El hotel azul, de Stephen Crane.
El bote abierto, de Stephen Crane.
Madame Bovary, de Gustave Flaubert.
Madame Bovary, de Gustave Flaubert.
Dublineses, de James Joyce.
Rojo y negro, de Stendhal.
Servidumbre humana, de Somerset Maugham.
Anna Karenina, de Leo Tolstoy.
Guerra y paz, de Leo Tolstoy.
Los Buddenbrook, de Thomas Mann.
El granizo y el adiós, de George Moore.
Los hermanos Karamazov, de Fyodor Dostoyevsky.
El libro de Oxford de la poesía inglesa.
La habituación enorme, de E.E. Cummings.
Cumbres borrascosas, de Emily Bronte.
Allá lejos y tiempo atrás, de W.H. Hudson.
El americano, de Henry James.
Además, Ernest Hemingway le dio otro consejo:
Además, Ernest Hemingway le dio otro consejo:
“Lo más importante que he aprendido acerca de la escritura es que nunca se debe escribir demasiado a la vez. Nunca hay que hacerlo de una sentada. Deja un poco para el día siguiente. Lo más importante es saber cuándo parar. Cuando empiezas a escribir y todo marcha bien, llega a un lugar interesante y cuando sepa lo que va a ocurrir después, ese es el momento de parar. Luego hay que dejarlo como está y no pensar en ello; déjalo reposar y que su mente subconsciente haga el resto. A la mañana siguiente, cuando has tenido un buen sueño y has descansado, reescribe lo que escribió el día anterior hasta llegar al lugar interesante donde usted sabía lo que iba a ocurrir a continuación. Escriba de nuevo y vuelva a repetir la sencuencia, volviéndolo a dejar en el siguiente punto interesante. Y así, sucesivamente. De esa manera, su materia estará llena de lugares interesantes siempre. Es la manera de escribir una novela que nunca se atasca y que es interesante a medida que se avanza en ella”.
Y, entre cosas, desaconsejó al chico fijarse en escritores contemporáneos. Según el gran escritor, había que competir con los clásicos, con los escritores ya fallecidos, que según él eran los que conseguían que sus obras resistieran al paso del tiempo.
Fuentes: http://www.curistoria.com/2016/05/recomendaciones-de-hemingway-para.html; https://www.actualidadliteratura.com/16-libros-que-ernest-hemingway-recomendo-a-un-joven-escritor-en-1934/
Y, entre cosas, desaconsejó al chico fijarse en escritores contemporáneos. Según el gran escritor, había que competir con los clásicos, con los escritores ya fallecidos, que según él eran los que conseguían que sus obras resistieran al paso del tiempo.
Fuentes: http://www.curistoria.com/2016/05/recomendaciones-de-hemingway-para.html; https://www.actualidadliteratura.com/16-libros-que-ernest-hemingway-recomendo-a-un-joven-escritor-en-1934/
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