Hace unos días, concretamente el primero del mes, fallecía un poeta nicaragüense que bien merece, cuanto menos, ser nombrado aquí.
Un dato curioso sobre él es que, al igual que Rubén Darío, acudía los sábados a la misma iglesia que él a confesarse. Además, no es conocido únicamente por sus versos, sino también por sus otras facetas como traductor, escultor o político (fue ministro de cultura desde 1979 hasta 1987).
Debido a su extensa obra, optamos por dos poemas: uno por ser representativo y otro como óptimo por su temática.
Muchas gracias, compañero.
Te doy, Claudia, estos versos...
Te doy, Claudia, estos versos, porque tú eres su dueña.
Los he escrito sencillos para que tú los entiendas.
Son para ti solamente, pero si a ti no te interesan,
un día se divulgarán, tal vez por toda Hispanoamérica.
Y si al amor que los dictó, tú también lo desprecias,
otras soñarán con este amor que no fue para ellas.
Y tal vez verás, Claudia, que estos poemas,
(escritos para conquistarte a ti) despiertan
en otras parejas enamoradas que los lean
los besos que en ti no despertó el poeta.
Tiempo, yo te odio...
Tiempo, yo te odio. Aunque sin ti no existiera.
Y por tu pasar moriré aunque por tu pasar nací.
Como San Francisco de Borja yo quiero ahora
amar a alguien a quien no toque el tiempo
y que alquilemos un cuarto donde la noche no pase
ni se apaguen uno a uno los anuncios de neón.
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