"El granjero, que amaba con locura a su mujer, salió de casa la noche de Halloween y, en medio de un campo de aulagas, esperó ansioso el paso de las hadas. Al oír el ruido de las bridas y el salvaje y sobrenatural sonido que producía la comitiva, el valor lo abandonó y dejó que el sobrecogedor cortejo pasara de largo sin hacer nada. Cuando el último jinete lo dejó atrás, las hadas se volatilizaron en medio de ruidosas carcajadas y gritos de alborozo, entre los que el campesino distinguió la voz de su esposa, que se lamentaba porque jamás volverían a verse".
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