domingo, 27 de mayo de 2018

Fotopoesía (III)



¡Para hacer bien por el alma
del que van a ajusticiar!

I

Reclinado sobre el suelo
con lenta amarga agonía,
pensando en el triste día
que pronto amanecerá,
en silencio gime el reo
y el fatal momento espera
en que el sol por vez postrera
en su frente lucirá.

Un altar y un crucifijo,
y la enlutada capilla
lánguida vela amarilla
tiñe en su luz funeral,
y junto al mísero reo,
medio encubierto el semblante,
se oye al fraile agonizante
en son confuso rezar.

El rostro levanta el triste
y alza los ojos al cielo;
tal vez eleva en su duelo
la súplica de piedad:
¡Una lágrima! ¿es acaso
de temor o de amargura?
¡Ay! a aumentar su tristura
¡Vino un recuerdo quizá!

Es un joven y la vida
llena de sueños de oro,
pasó ya, cuando aún el lloro
de la niñez no enjugó:
El recuerdo es de la infancia,
¡Y su madre que le llora,
para morir así ahora
con tanto amor le crió!

Y a par que sin esperanza
ve ya la muerte en acecho,
su corazón en su pecho
siente con fuerza latir,
al tiempo que mira al fraile
que en paz ya duerme a su lado,
y que ya viejo y postrado
le habrá de sobrevivir.

¿Mas qué rumor a deshora
rompe el silencio? resuena
una alegre cantinela
y una guitarra a la par,
y gritos y de botellas
que se chocan, el sonido,
y el amoroso estallido
de los besos y el danzar.

Y también pronto en son triste
lúgubre voz sonará:
¡Para hacer bien por el alma
del que van a ajusticiar!

Y la voz de los borrachos,
y sus brindis, sus quimeras,
y el cantar de las rameras,
y el desorden bacanal
en la lúgubre capilla
penetran, y carcajadas,
cual de lejos arrojadas
de la mansión infernal.

Y también pronto en son triste
lúgubre voz sonará:
¡Para hacer bien por el alma
del que van a ajusticiar!

¡Maldición! al eco infausto
el sentenciado maldijo
la madre que como a hijo
a sus pechos le crió;
y maldijo el mundo todo,
maldijo su suerte impía,
maldijo el aciago día
y la hora en que nació.

II

Serena la luna
alumbra en el cielo,
domina en el suelo
profunda quietud;
ni voces se escuchan,
ni ronco ladrido,
ni tierno quejido
de amante laúd.

Madrid yace envuelto en sueño,
todo al silencio convida,
y el hombre duerme y no cuida
del hombre que va a expirar;
si tal vez piensa en mañana,
ni una vez piensa siquiera
en el mísero que espera
para morir, despertar;

que sin pena ni cuidado
los hombres oyen gritar:
¡Para hacer bien por el alma
del que van a ajusticiar!

¡Y el juez también en su lecho
duerme en paz! ¡y su dinero
el verdugo placentero
entre sueños cuenta ya!
Tan sólo rompe el silencio
en la sangrienta plazuela
el hombre del mal que vela
un cadalso al levantar.

Loca y confusa la encendida mente,
sueños de angustia y fiebre y devaneo
el alma envuelven del confuso reo,
que inclina al pecho la abatida frente.

Y en sueños
confunde
la muerte,
la vida.
Recuerda
y olvida,
suspira,
respira
con hórrido afán.

Y en un mundo de tinieblas
vaga y siente miedo y frío,
y en su horrible desvarío
palpa en su cuello el dogal;
y cuanto más forcejea,
cuanto más lucha y porfía,
tanto más en su agonía
aprieta el nudo fatal.

Y oye ruido, voces, gentes,
y aquella voz que dirá:
¡Para hacer bien por el alma
del que van a ajusticiar!

O ya libre se contempla,
y el aire puro respira,
y oye de amor que suspira
la mujer que un tiempo amó,
bella y dulce cual solía,
tierna flor de primavera,
el amor del la pradera
que el abril galán mimó.

Y gozoso a verla vuela,
y alcanzarla intenta en vano,
que al tender la ansiosa mano
su esperanza a realizar,
su ilusión la desvanece
de repente el sueño impío,
y halla un cuerpo mudo y frío
y un cadalso en su lugar.

Y oye a su lado en son triste
lúgubre voz resonar:
¡Para hacer bien por el alma
del que van a ajusticiar!

viernes, 18 de mayo de 2018

"Botella al mar", de Mario Benedetti

¿Quién no ha soñado nunca con tirar una botella al mar y cruzado los dedos para que un solitario náufrago la encontrase en alguna isla remota?

Pues a partir de esa imagen, que podríamos considerar ya clásica, Mario Benedetti escribe unos versos que bien podríamos haber escrito cualquiera de nosotros, pero que no fuimos.



Botella al mar

Pongo estos seis versos en mi botella al mar 
con el secreto designio de que algún día 
llegue a una playa casi desierta 
y un niño la encuentre y la destape 
y en lugar de versos extraiga piedritas 
y socorros y alertas y caracoles.


sábado, 12 de mayo de 2018

Ada Luz Márquez: naturaleza, poesía y educación


Ada Luz Márquez -o Hermana Águila- es uno de esos nombres que no son precisamente conocidos. Pero cuando se hace, es imposible borrarlo de la memoria.

Como ella misma se define, es "mujer, madre y hermana". Amante de la naturaleza, la poesía, la educación y, a fin de cuentas, de la vida, Ada ha ido sembrando felicidad allá por donde fuese.

Es autora de dos libros de poesía: UTOPoesÍAS (2013) y Susurros de la Tierra (2016).

Poco he podido averiguar sobre ella, todo sea dicho, pero tiene un poema que es imposible no compartir. En él se puede ver claramente la esencia de su obra y corazón.

Y no podía irme sin compartirlo.


Dice la vieja sanadora del alma:

No duele la espalda, duele la carga. No duelen tus ojos, duele la injusticia. No duele tu cabeza, duelen tus pensamientos. No duele la garganta, duele lo que no se expresa o se expresa con enojo. No duele el estómago, duele lo que el alma no digiere. No duele el hígado, duele la ira. No duele tu corazón, duele el amor. Y es él, el Amor mismo, el que contiene la medicina más poderosa.


Fuentes: http://sembrandoatomos.es/?p=2475

lunes, 7 de mayo de 2018

Carta de Beethoven a su "amada inmortal"


Parece ser que cuando uno tiene talento, no basta para tener éxito en la vida. Se necesitan, además, otras características cuyas variables pueden resultar infinitas.

Ludovicus van Beethoven (según su acta de bautismo), escribió nueve sinfonías cuya importancia todos conocemos. Pero al parecer no era suficiente para Giuletta Guicciardi (en quien se inspiró para escribir el famoso "Claro de Luna"), ni para su prima Josefina, ni tampoco para Teresa Malfatti cuando el compositor alemán le pidió matrimonio.

Foto de Beethoven en uno de sus habituales paseos después del almuerzo.

Pero dejó, al menos, tres cartas dedicadas a una mujer cuya identidad aún sigue siendo desconocida. En realidad, no se sabe si se trata de la misma mujer o no.

Los expertos dicen que podría tratarse de Antonieta Bretano, hija de un diplomático vienés. Se dice también que podría haberle compuesto las Variaciones Diabelli y sus dos últimas sonatas para piano, opus 110 y 111, y que Antonieta, al enterarse de la muerte del músico, comenzó a escribir los nombres de los seres queridos que habían fallecido. Hacia el final de su vida, la lista llenaba varias páginas. La primera línea decía: "Beethoven, 26 de marzo de 1827".


No se sabe si las cartas fueron enviadas, y mucho menos recibidas, pues se encontraban entre los objetos personales del compositor. Sea como fuere, lo cierto es que están llenas de una calidad poética inigualable.

La primera carta está fechada un 6 de julio de 1812:

"Aunque sigo en la cama, mis pensamientos van hacia ti, mi Amada Inmortal, primero alegremente, después tristemente, esperando saber si el destino nos escuchará o no. Yo sólo puedo vivir completamente contigo y si no, no quiero nada. Sí, estoy resuelto a vagar por ahí, lo más lejos de ti hasta que pueda volar a tus brazos y decir que estoy realmente en casa contigo, y pueda mandar mi alma arropada en ti a la tierra de los espíritus. Sí, desgraciadamente debe ser eso. ¿Serás más contenida y prudente desde que conoces mi fidelidad hacia ti? A ninguna más poseerá mi corazón, nunca, nunca. ¡Oh Dios! ¿Por qué tiene uno que ser separado de alguien a quien ama tanto?, y además mi vida es ahora una vida desgraciada. Tu amor me hace a la vez el más feliz y el más desgraciado de los hombres. A mi edad yo necesito una vida tranquila y estable, ¿puede existir eso en nuestra relación? Ángel mío, me acaban de decir que el coche correo va todos los días, debo cerrar la carta de una vez y así podrás recibirla ya. Cálmate, sólo a través de una consideración calmada de nuestra existencia podemos alcanzar nuestro propósito de vivir juntos. Cálmate, ámame, hoy, ayer, qué lágrimas anhelantes por ti, tú, mi vida, mi todo, adiós. Continúa amándome, nunca juzgues mal el corazón fiel de tu amado.

Siempre tuyo.

Siempre mía.

Siempre nuestros".


Fuentes: https://palomavaleva.com/es/cartas-a-amada-inmortal-de-beethoven/

https://www.elperiodico.com/es/dominical/20160406/beethoven-amada-inmortal-5030652

http://cartasfamosas.blogspot.pt/search/label/Carta%20de%20Beethoven%20a%20su%20%22amada%20inmortal%22



martes, 1 de mayo de 2018

Cultivando poesia (XXXIII)

Hoy traemos una lista a modo de poema sobre las formas que puede adoptar el amor.

Esperamos os pueda servir.


El amor tiene mil formas
-y más-;
una forma es el beso,
que a veces pueden ser cientos.
Estos besos
pueden darse en la mejilla,
o en la frente;
algunas personas los dan en los labios.
Otra forma es el abrazo.
El abrazo puede darse de dos maneras:
al saludarse o al decirse adiós.
Hay quienes los dan de mil horas;
así,
el abrazo es más sincero.
Otra forma del amor
es mirar, simple y llanamente, a los ojos;
pero claro,
ahí existen otros mil mundos.

Y esa es otra historia.