sábado, 31 de diciembre de 2016

Poema para despedir el año

Se acaba el año y con él una etapa de nuestras vidas. Muchos no saben qué hacer para despedirlo, pero en Poesía En Un Telescopio lo tenemos claro: despedirlo con poesía.

El poema seleccionado para tal empresa bien podría servir para despedir a un amor -que, de hecho, lo es-, pero nos gusta pensar que también puede servir para despedir el año.

Y aprovechando la ocasión, me despido yo también, no sin antes dar las gracias a todos los que nos habéis leído, a mí y a los poetas que aparecen en el blog. Muchas gracias por vuestra visita.


Poema de la despedida

Te digo adiós, y acaso te quiero todavía.
Quizá no he de olvidarte, pero te digo adiós.
No sé si me quisiste... no sé si te quería...
o tal vez nos quisimos demasiado los dos.

Este cariño triste, y apasionado, y loco,
me lo sembré en el alma para quererte a ti.
No sé si te amé mucho... no sé si te amé poco;
pero sí sé que nunca volveré a amar así.

Me queda tu sonrisa dormida en mi recuerdo,
y el corazón me dice que no te olvidaré;
pero, al quedarme solo, sabiendo que te pierdo,
tal vez empiezo a amarte como jamás te amé.

Te digo adiós, y acaso, con esta despedida,
mi más hermoso sueño muere dentro de mí...
Pero te digo adiós, para toda la vida,
aunque toda la vida siga pensando en ti.

- José Ánguel Buesa.

miércoles, 28 de diciembre de 2016

"Aquella tarde...", de Juan Ramón Jiménez


No es la primera vez que hablamos de este poeta aquí, en este blog, pero es que a uno le resulta imposible no dar a conocer todas y cada una de sus letras, siendo como es el poeta favorito de un servidor.

Así que, sin más, ahí va uno de los poemas más tristes habidos y por haber, pertenecientes a Rimas (1900 - 1902). Disfrútenlo, aunque esté de más decirlo.


Aquella tarde, al decirle
que me alejaba del pueblo,
me miró triste, muy triste,
vagamente sonriendo.

Me dijo: ¿Por qué te vas?
Le dije: Porque el silencio
de estos valles me amortaja
como si estuviera muerto.

—¿Por qué te vas?— He sentido
que quiere gritar mi pecho,
y en estos valles callados
voy a gritar y no puedo.

Y me dijo: ¿Adónde vas?
Y le dije: A donde el cielo
esté más alto y no brillen
sobre mí tantos luceros.

La pobre hundió su mirada
allá en los valles desiertos
y se quedó muda y triste,
vagamente sonriendo.

sábado, 24 de diciembre de 2016

Poesía para la reflexión

Siempre he creído necesaria la reflexión, sea cual fuere el tema a meditar. Claro que, si reflexionáramos todos los días, más de uno se volvería loco.

Diría Serrat que "de vez en cuando la vida". Pues para no hacer que ni él ni su obra caiga en el olvido, reflexionemos un poco con este poema de Nelson Portugal, consultor en desarrollo personal y creador del modelo de Inteligencia Emocional Aplicada.



¿Alguna vez te has detenido a ver

los niños que juegan en un carrusel?

¿O has escuchado los rieles

del tren golpeando el suelo?

¿Alguna vez has seguido y visto a una mariposa aterrizar?

¿O al sol perderse al fondo del océano?

Más vale que te detengas,

no bailes tan rápido.

El tiempo es corto,

la música pronto terminará.

¿Vas por la vida corriendo

de un lado para otro?

Cuando preguntas: "¿cómo estás?",

¿escuchas la respuesta?

Cuando el día termina,

¿te echas en tu cama

pensando en las miles de cosas que tienes que

hacer al día siguiente?

Más vale que te detengas,

no bailes tan rápido.

¿Le has dicho alguna vez a tu hijo

"mañana lo haremos"?

Y en tu apuro,

¿dejaste de lado su pena?

¿Alguna vez perdiste el contacto

y dejaste que una buena amistad muriera,

porque no tuviste el tiempo

para llamar y decir “hola”?

Más vale que te detengas,

no bailes tan rápido.

El tiempo es corto,

la música pronto terminará.

Cuando corres tan rápido para llegar a un lugar,

¿te pierdes la mitad de la diversión de llegar ahí?

Cuando te preocupas y te apuras durante el día

es como botar un regalo sin abrir.

La vida no es una carrera,

tómatela lentamente.

Escucha la música

antes de que la canción termine.


(Tómate un minuto para sentir, para escucharte a ti mismo).

martes, 20 de diciembre de 2016

Una imagen y mil palabras

A veces, cuando miramos un cuadro, se nos vienen cantidad de sensaciones y de emociones que, por mucho que lo intentemos, no somos capaces de convertir en palabras. Así, desde Poesía En Un Telescopio queremos conseguir que imagen y palabra se unan en una misma entidad.

La primera imagen con la que empezaremos esta serie de fotopoesía es un cuadro del pintor madrileño Vicente Romero Redondo, acompañada de un poema de Luis Cernuda. Esperemos que os guste.

Y a propósito: toda sugerencia y recomendación es bienvenida, tanto de imagen como de palabra. Gracias.


No decía palabras,
acercaba tan sólo un cuerpo interrogante
porque ignoraba que el deseo es una pregunta
cuya respuesta no existe,
una hoja cuya rama no existe,
un mundo cuyo cielo no existe.

La angustia se abre paso entre los huesos,
remonta por las venas
hasta abrirse en la piel,
surtidores de sueño
hechos carne en interrogación vuelta a las nubes.

Un roce al paso,
una mirada fugaz entre las sombras,
bastan para que el cuerpo se abra en dos,
ávido de recibir en sí mismo
otro cuerpo que sueñe;
mitad y mitad, sueño y sueño, carne y carne,
iguales en figura, iguales en amor, iguales en deseo.

Aunque sólo sea una esperanza,
porque el deseo es una pregunta cuya respuesta nadie sabe.

miércoles, 14 de diciembre de 2016

Julio Cortázar


Es sabida la profunda inteligencia del ya inolvidable Julio Cortázar y el ingenio inigualable del que se dotaban sus textos. Pero pocos conocen su poesía. Porque sí, Cortázar escribió, además de Rayuela e Historias de cronopios y de famas, poemas que, a pesar de no ser tan conocidos, hicieron ver las tan variadas facetas del autor argentino -y que tres años antes de morir se nacionalizó francés-.

Prueba de ese ingenio se encuentra en el poema titulado "Para leer en forma interrogativa". Espero que les guste.


Para leer en forma interrogativa

Has visto,
verdaderamente has visto
la nieve, los astros, los pasos afelpados de la brisa…
Has tocado,
de verdad has tocado
el plato, el pan, la cara de esa mujer que tanto amás…
Has vivido
como un golpe en la frente,
el instante, el jadeo, la caída, la fuga…
Has sabido
con cada poro de la piel, sabido
que tus ojos, tus manos, tu sexo, tu blando corazón,
había que tirarlos
había que llorarlos
había que inventarlos otra vez.

viernes, 9 de diciembre de 2016

El último verso de Antonio Machado

(Última foto del poeta, fechada un 28 de enero de 1939).

Antonio Machado Ruiz, poeta que no precisa de presentación alguna, murió en Francia un 22 de febrero de 1939 y, unos días más tarde, fue hallado en el bolsillo de su abrigo lo que sería su último verso. Más poesía que eso no puede haber. Helo aquí:

"Estos días azules y este sol de infancia".

Sus últimas palabras, dicho sea de paso, fueron "adiós, madre", antes de entrar en coma y falleciendo poco después. La mujer a la que iban dirigidas estas palabras, que agonizaba en la misma habitación, fallecía a los tres días.

lunes, 5 de diciembre de 2016

"Madrigal de invierno", de Pablo Neruda

Uno no conoce verdaderamente algo hasta que no lo ve con sus propios ojos. O lo lee. Y resulta que a Neruda lo conocemos todos de nombre, pero no todos lo hemos leído.



Hace unos días cogí en la librería de mi propia casa ese maravilloso Residencia en la Tierra, publicada en 1933 y que comprende ocho años de inspiración del poeta. Tan maravilloso es que, aún sin haberlo terminado, ya hay un poema que se ha convertido en uno de mis favoritos. Y aquí lo comparto con vosotros, que para eso estamos.


Madrigal de invierno

En el fondo del mar profundo,
en la noche de largas listas,
como un caballo cruza corriendo
tu callado callado nombre.

Alójame en tu espalda, ay refúgiame,
aparéceme en tu espejo, de pronto,
sobre la hoja solitaria, nocturna,
brotando de lo oscuro, detrás de ti.

Flor de la dulce luz completa,
acúdeme tu boca de besos,
violenta de separaciones,
determinada y fina boca.

Ahora bien, en lo largo y largo,
de olvido a olvido residen conmigo
los rieles, el grito de la lluvia:
lo que la oscura noche preserva.

Acógeme en la tarde de hilo
cuando el anochecer trabaja
su vestuario, y palpita en el cielo
una estrella llena de viento.

Acércame tu ausencia hasta el fondo,
pesadamente, tapándote los ojos,
crúzame tu existencia, suponiendo
que mi corazón está destruido.