miércoles, 29 de agosto de 2018

"Los miserables": ¿poesía lírica o cinematográfica?



Si algo bueno tiene el cine, entre otras muchas virtudes, es la amalgama de artes que se unen para crear una pieza única que, de otra manera, no hubiera sido posible.

Así, Los miserables (Tom Hooper, 2013), aquella insuperable adaptación de la famosa obra de Víctor Hugo, nos brinda escenas llenas de una emoción incomprensible por todo aquel que no lo haya visto. 

Concretamente, hoy hablamos de Empty chairs and empty tables ("Sillas y mesas vacías", aunque en la traducción se pierda un poco de ese peculiar encanto que tiene el título original).



La escena, interpretada por Eddie Redmayne, supone una escena brillante en todos los aspectos: musicalización, color, imagen... y letra, por supuesto, que es la razón misma de esta entrada.

La letra corre a cargo de Herbert Kretzmer, Claude Michel Schonberg y Alain Albert Boublil y parece, espero puedan entenderme, original del mismísimo Espronceda, aunque la original haya sido concebida en otro idioma distinto al del poeta "pirata".

Pero juzguen ustedes mismos.


No hay palabras que describan
lo que siento en mi interior.

Estas sillas hoy vacías
son la imagen del dolor.

Este sitio fue la cuna
de la noble rebelión,
cuando hablamos de un mañana
que jamás amaneció.

Esa mesa de la esquina
era un mundo por nacer,
un rosario de canciones.

Las puedo oír aún...

Los bellos himnos al valor
murieron con un grito,
se apagaron al salir el sol.

Yo no pude acompañaros.
¡Perdonadme, por favor!

No hay palabras que describan
lo que siento en mi interior...

Me parece ver su sombra,
su señal en la pared.

Estas sillas hoy vacías
fueron suyas una vez...

Ya no sé si vuestra muerte
ha tenido algún valor.

Estas sillas hoy vacías,
mi tristeza y mi dolor...

martes, 21 de agosto de 2018

Fotopoesía (V)



A las flores

Estas que fueron pompa y alegría
despertando al albor de la mañana,
a la tarde serán lástima vana
durmiendo en brazos de la noche fría.

Este matiz que al cielo desafía,
Iris listado de oro, nieve y grana,
será escarmiento de la vida humana:
¡tanto se emprende en término de un día!

A florecer las rosas madrugaron,
y para envejecerse florecieron:
cuna y sepulcro en un botón hallaron.

Tales los hombres sus fortunas vieron:
en un día nacieron y espiraron;
que pasados los siglos, horas fueron.

domingo, 12 de agosto de 2018

Sixto Rodríguez: el hombre detrás de la leyenda


"Bob Dylan, a su lado, era un blando".

La de Sixto Rodríguez es una historia tan extraordinaria como real. Nacido en los Estados Unidos en 1942, publica dos álbumes musicales en 1970 y en 1971: Cold Fact y Coming From Reality, respectivamente. Ambos discos no tienen ningún reconocimiento en su tierra, llevando a su autor a una vida modesta y en la que, después de intentarlo, continúa su vida como si nada de aquello fuese con él. Pero en Suráfrica, en pleno apartheid, aquel primer disco se convierte en un himno revolucionario, llegando a vender alrededor de unas 500.000 copias. Convertido en un héroe en el continente africano, lo cierto es que Rodríguez no tenía ni la más remota idea de que fuera así.


En 2012 se estrena el documental Searching for Sugar Man, dando a conocer la historia de dos periodistas musicales que, sin conocerse entre sí pero conociendo la importancia de una superestrella no reconocida, lo apuestan todo para encontrarlo.


Sixto Rodríguez ofreció un concierto en 1998, después de 25 años en los que lo dieron por muerto y que supuso ser uno de los conciertos más emotivos en la historia de la música.

¿Cómo es posible que alguien con tanto talento musical y lírico no triunfase? ¿Acaso no hubo suficiente promoción? ¿Acaso era demasiado político? A día de hoy, sigue sin haber respuesta. Pero lo que todos sabemos es que, una vez escuchas su música, se convierte en un imprescindible.


Crucify your mind

Was it a huntsman or a player
That made you pay the cost
That now assumes relaxed positions
And prostitutes your loss?
Were you tortured by your own thirst
In those pleasures that you seek
That made you Tom the curious
That makes you James the weak?

And you claim you got something going
Something you call unique
But I've seen your self-pity showing
As the tears rolled down your cheeks

Soon you know I'll leave you
And I'll never look behind
'Cos I was born for the purpose
That crucifies your mind
So con, convince your mirror
As you've always done before
Giving substance to shadows
Giving substance ever more

And you assume you got something to offer
Secrets shiny and new
But how much of you is repetition
That you didn't whisper to him too


¿Era un cazador o un jugador
el que te hizo pagar la cuenta,
que ahora hace lo más cómodo,
y prostituye tu pérdida?

¿Fuiste torturado por tu propia sed
en esos placeres que buscas,
lo que te hace Tom el Curioso,
lo que te hace ser el James el Débil?

Y dices que tienes algo en marcha,
algo que llamas único,
pero he visto tu muestra de autocompasión,
cómo las lágrimas rodaban por tus mejillas.

Sabes que pronto te voy a dejar
y nunca miraré atrás,
porque nací para el propósito
que crucifica tu mente.

Así que contrariamente, convence a tu espejo
como siempre has hecho antes.

Dando sentido a las sombras,
dando cada vez más sentido.

Y supones que tienes algo que ofrecer,
secretos brillantes y nuevos.
Pero, ¿cuánto de ti es repetición

martes, 7 de agosto de 2018

Sobre la brillantez de Salinas


Pedro Salinas (1891 - 1951) se ha convertido en un nombre imprescindible para todo aquel que se inicia en la poesía.

La obra de este poeta está compuesta por poesía, ensayos, epístolas, traducciones y novelas. Estudió Filosofía y Letras y publicó sus primeros poemas en 1911, en aquella inolvidable Prometeo, de Ramón Gómez de la Serna.


Un ejemplo de su intelecto y sensibilidad es en el que ilustra cómo un elemento muerto, en este caso las teclas de una máquina de escribir, cobra vida gracias a las manos de un poeta. ¿Serán las del propio Salinas? Sea como fuere, la brillantez con la que trata tal tema es espeluznante.


Underwood Girls

Quietas, dormidas están, 
las treinta, redondas, blancas. 
Entre todas 
sostienen el mundo. 
Míralas, aquí en su sueño, 
como nubes, 
redondas, blancas, y dentro 
destinos de trueno y rayo, 
destinos de lluvia lenta, 
de nieve, de viento, signos. 
Despiértalas, 
con contactos saltarines 
de dedos rápidos, leves, 
como a músicas antiguas. 
Ellas suenan otra música: 
fantasías de metal 
valses duros, al dictado. 
Que se alcen desde siglos 
todas iguales, distintas 
como las olas del mar 
y una gran alma secreta. 
Que se crean que es la carta, 
la fórmula, como siempre. 
Tú alócate 
bien los dedos, y las 
raptas y las lanzas, 
a las treinta, eternas ninfas 
contra el gran mundo vacío, 
blanco en blanco. 
Por fin a la hazaña pura, 
sin palabras, sin sentido, 
ese, zeda, jota, i...