jueves, 9 de noviembre de 2017

Cultivando poesía (XXVII)

Cuando un recuerdo se queda para siempre, queda también para siempre el poema.


Era viernes.
Sus ojos se cerraron,
como se cierra una ventana
que no quiere dejar pasar el frío.
Ya dormida, con los brazos en flor,
su respiración marcaba el compás del sueño;
un baile, quizás,
o quizás un eco.

Era viernes.
Sus ojos miraban sus ojos.
En sus sueños, silencio;
en sus ojos, sueños.

(Y un silencio.

Infinito.

Tremendo).

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