martes, 1 de marzo de 2016

César Vallejo


La de César Vallejo (1892, Santiago de Chuco, Perú) fue una vida llena de idas y venidas, tristeza y preocupaciones.

Fue el menor de once hermanos y un brillantísimo estudiante, y aunque lo suyo fueron las letras, se interesó también por la medicina y la filosofía, llegando incluso a estudiar Derecho. Sentía también profundas inquietudes metafísicas, religiosas y sociales, todas ellas reflejándolas en su poesía.

En 1913 comienza a trabajar como profesor de colegio, mismo año que consigue un gran éxito con su tesis "El Romanticismo en la Poesía Española", llegando esta a ser aplaudida por intelectuales y artistas y publica sus primeros poemas. Gracias a esa pequeña élite que se fija en él, entra en contacto con periódicos y revistas que se los publica allá por el año 1917.

Su primer gran éxito como obra de puño y letra fueron Los heraldos negros (1919, aunque debió haberse publicado un año antes, pero el poeta esperó al prólogo de su compañero y amigo Abraham Valdelomar). A este título le seguiría el de Más de allá de la vida y la muerte, que llevó a concurso el mismo año en que lo escribió (1922) y cuyo premio le permitiría imprimir su segundo poemario: "Trilce".

Parte de esta obra la escribió durante su estancia de cuatro meses en la cárcel, donde estuvo al ser acusado injustamente de provocar un incendio en 1920.

Un año más tarde de esta publicación, en 1923, aparecen Fabla salvaje (una novela corta) y Escalas melografiadas (una colección de estampas y cuentos).

Ya en 1927, y como primeros síntomas de una crisis que alcanzará su culmen este y el posterior año, renuncia a su puesto como secretario en "Los grandes periódicos iberoamericanos" y a su beca del gobierno español.

Otras grandes obras de carácter no poético fueron:

- El Tungsteno (narrativa, Madrid, 1931, novela "proletaria").
- Paco Yunque (narrativa, 1931, lectura obligatoria en Educación Primaria en Perú).
- El vencedor (narrativa, inconclusa).
- Entre las dos orillas corre el río (teatro, 1930, drama).

El poeta pasaría los últimos momentos de su vida sin nadie que le pagase dos mil francos de los antiguos, unos trescientos euros, para salvársela. Y así como Van Gogh murió también sin nadie que reconociese su obra, César Vallejo lo haría con su poesía.

Así, y a los cuarenta y seis años, fallecería uno de los mayores innovadores de la poesía del siglo XX a causa de paludismo (malaria).


Ausente

¡Ausente! La mañana en que me vaya
más lejos de lo lejos, al Misterio,
como siguiendo inevitable raya,
tus pies resbalarán al cementerio.

¡Ausente! La mañana en que a la playa
del mar de sombra y del callado imperio,
como un pájaro lúgubre me vaya
será el blanco panteón tu cautiverio.

Se habrá hecho de noche en tus miradas;
y sufrirás, y tomarás entonces
penitentes blancuras laceradas.

¡Ausente! Y en tus propios sufrimientos
ha de cruzar entre un llorar de bronces
una jauría de remordimientos!

- Los heraldos negros.

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