lunes, 9 de mayo de 2016

Agustín García Calvo


El WOMAD (World Of Music, Arts And Dance), festival cultural creado gracias al polifacético Peter Gabriel, no solo permite conocer las diversas culturas que existen alrededor del mundo, con sus músicas, sus bailes o su gente; también poesía.

Mercedes Peón, cantante e instrumentista gallega, recitaba el pasado sábado un poema de Agustín García Calvo, de quien hablaremos hoy. Es una pena no acordarse de cuál era exactamente, pero por suerte el susodicho autor no solo cuenta con una única composición. Dicho esto, comenzamos.

Agustín García Calvo (Zamora, España, 1926) no solo fue poeta, sino gramático, dramaturgo, ensayista, traductor y pensador. Una vida dedicada a las letras, vaya. Es el autor del famoso "Libre te quiero", poema al que Amancio Prada le puso música.

(El poeta en su casa en un caluroso verano).

Llegó a publicar dieciocho obras, siendo la primera Al burro muerto... (1998) y la última Y más aún canciones y otros juegos (2008). La más importante sea quizás Sermón de ser y no ser (1972), que llegó a su séptima edición en 1995. De manera póstuma -el poeta murió en 2012-  se han publicado Sólo de lo negado (2013), Yo misma (2015) y la reciente Sermón de dejar de ser (2016).

Nos despedimos con un bello poema titulado "Tú, cuya mano..." y el cual podéis escucharlo recitado por la voz del poeta cuyas manos lo escribieron aquí.


Tú, cuyas manos me han bañado
de un fuego transparente las espaldas,
cuyos ojos en claros naufragios hundieron
algunos principios elementales de mi alma,
tú eres mi patria.

Tú, que no tienes apellido,
que no sé si eres pájaro o si alcándara,
que de todos tus brazos las letras de plomo
cayéndose han ido, como si fueran nueces vanas,
tú eres mis padres
y mi patria.

Tú, que ni te acuerdas dónde
tendiste a orear las nubes blancas,
que de tantos amores que tienes confundes
el nombre de todos los días de cada semana,
tú eres mi Dios
y mis padres
y mi patria.

Tú, que tan dulcemente besas
que el cielo bocabajo se volcaba,
y que no sabía de quién ya la lengua,
de quién la saliva, de puro sabrosa y templada,
tú eres mis leyes
y mi Dios
y mis padres
y mi patria.

Tú, que apacientas calaveras
por las praderas de la verde África
y a los rojos leones les echas pasto
las rosas de leche de aquella luna de Sumatra,
tú eres mi ejército
y mis leyes
y mi Dios
y mis padres
y mi patria.

Eres mi ejército y mis leyes
y mi Dios y mis padres y mi patria,
y el ejército y Dios y las leyes y todas
las patrias y padres se creen que tú no eres nada:
no eres nada.

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