sábado, 24 de junio de 2017

Cultivando poesía (XIII)

Hay veces que me sorprendo a mí mismo. Supongo que eso está bien.


Inevitablemente,
yo ya no quiero
saberte más.

Inevitablemente.

Inevitablemente,
noté hace mucho tiempo
una distancia devastadora,
terrible, que dejó tras de sí
el rastro de todos los rastros:
cansancio a primera hora de la mañana,
tristeza a mitad de la tarde
y llanto
-de esos que duran veinticuatro horas
siete días a la semana-.

Y así,
sin saber de qué
manera absurda podría evitar
lo inevitable,
te fui olvidando.

Y así,
inevitablemente,
me fui muriendo.

Inevitablemente.

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